Vacunas, ¿bienes públicos?

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
Arturo Damm ArnalLa Razón de México
Por:

Ya son varios los políticos, entre ellos Marcelo Ebrard, que piden que las vacunas contra el Covid-19 sean reconocidas como bienes públicos. El único problema es que, por su propia naturaleza, no lo son, y reconocerlas y tratarlas como tales es un error, que ya se cometió.

Desde la perspectiva de la teoría económica son bienes públicos aquellos de cuyo consumo no es posible excluir a alguien, y cuyo consumo no genera rivalidad. El típico ejemplo de libro de texto son los fuegos artificiales. Una vez que alguien paga por ellos, lanzados al aire, no hay manera de evitar que todos los vean (de su consumo no es posible excluir a alguien), y el que unos los vean no impide que los demás también los vean (su consumo no genera rivalidad).

Uno de los problemas que ocasionan los bienes públicos es el del gorrón, quien, sin haber pagado por un bien público, y dado que no hay manera de excluirlo de su consumo, lo consume y se beneficia. Ejemplo: los vecinos de quien pagó los fuegos artificiales, que se benefician del espectáculo sin haber pagado por él.

Una de las legítimas tareas del gobierno es la de proveer los bienes públicos, que realmente lo sean (de cuyo consumo no sea posible excluir a alguien y cuyo consumo no genere rivalidad), y que realmente deban ser provistos por el gobierno. No es el caso, por ejemplo, de los fuegos artificiales, que sí son bienes públicos, pero que no deben ser provistos por el gobierno. Sí es el caso, por ejemplo, del alumbrado de las calles, que sí es un bien público, y que sí debe ser provisto por el gobierno. No es justo que el gobierno cobre impuestos para pagar por los fuegos artificiales, que tienen que ver con la diversión, pero sí es justo que los cobre para pagar por el alumbrado de las calles, que tiene que ver con la seguridad.

Teniendo claro cuáles son las características de los bienes públicos debemos preguntar si las vacunas, cualesquiera que sean, son bienes públicos. ¿Lo son? No, ya que de su consumo sí es posible excluir a algunos, y ya que su consumo sí genera rivalidad. Las vacunas no cumplen con las dos condiciones que hacen que un bien sea un bien público. Si lo fueran se hubiera dado un hecho imposible de darse: hubiera bastado con vacunar a una persona para que todas resultaran vacunadas.

Las vacunas no son bienes públicos, pero sí son bienes necesarios, de cuyo consumo nadie debe quedar excluido. Desafortunadamente, siendo bienes necesarios, las vacunas están sujetas al fenómeno de la escasez: no alcanzan para todos, menos en las cantidades que cada uno necesita y, éste es el punto importante, mucho menos gratis. Quien pague el precio, al cual el productor está dispuesto a proveerlo, las conseguirá. Quien no, no, lo cual, por tratarse de un bien necesario, resulta cuestionable.

Continuará.

(Primera de tres partes)