Arturo Vieyra

El consumo con nuevos bríos

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Es significativo el cambio en los patrones de comportamiento de algunas de las principales variables macroeconómicas derivadas del nuevo modelo de crecimiento impulsado por la presente administración. A cinco años de su instrumentación y, a pesar del golpe traumático que implicó la pandemia sobre la economía, el nuevo modelo ya perfila claramente resultados que en el caso del consumo de las familias lucen favorables.

Algunos datos ilustran este comportamiento. Según cifras del Inegi, mientras que de 2010 a 2018 el crecimiento del consumo privado fue prácticamente el mismo que el del PIB, desde el primer trimestre de 2019 hasta el segundo trimestre del 2023 el avance del consumo ha sido 2.5 veces mayor al registrado en la producción nacional; así, la participación del consumo de las familias alcanzó en este año una participación en el PIB del 70%, que además de subir casi tres puntos porcentuales en la actual administración, alcanza un nivel históricamente alto. Incluso, el gasto de las familias ha superado los niveles previos a la crisis de 2020 en 8%.

Como consecuencia del encierro promovido por el Covid y por el posterior repunte de la inflación, la aceleración del gasto en consumo no ha podido traducirse en un aumento sustancial de su calidad. Para verificar este punto, tomamos la participación del gasto en bienes duraderos (automóviles, electrónicos, línea blanca, etc.) que durante 2018 representó 8.2% del consumo total, pero que se redujo abruptamente hasta 7.1% durante la crisis; sin embargo, en el segundo trimestre del año se ha recuperado la capacidad de compra de estos bienes con una participación de 8.4%.

A ello hay que agregar que en la reciente encuesta de confianza del consumidor del Inegi el subíndice relativo a la posibilidad de compra de bienes duraderos está en máximos históricos, lo que sugiere que persistirá la recuperación del gasto en bienes duraderos y el aumento en la calidad.

Las connotaciones de este nuevo protagonismo del consumo privado en el crecimiento económico son relevantes en la medida que no sólo constituyen un impulso adicional al crecimiento, sino que fue un enorme paliativo frente a la crisis económica y de salud. Hacia adelante, la pregunta es si son sostenibles la nueva dinámica y la mayor contribución del gasto en consumo de las familias. Para ello es necesario entender las causas que dan origen a este nuevo patrón de crecimiento de la demanda agregada.

Ha sido clara la intención de la actual administración de modificar el patrón de crecimiento fortaleciendo el impulso a la demanda interna que, en el caso del consumo, destaco tres estrategias fundamentales: (1) la política de mayor formalización del empleo; (2) el incremento a los salarios mínimos (que impulsa el resto de la estructura salarial), y (3) el mayor monto destinado a los programas sociales.

La sustentabilidad en el mediano plazo de estas tres fuentes de crecimiento del consumo requiere un entorno favorable con las premisas fundamentales de mantener la estabilidad macroeconómica (finanzas públicas sanas e inflación controlada) y con un persistente y mayor impulso a la inversión y a la productividad. Sin estos elementos, será insostenible la mayor fortaleza vista en el consumo durante estos últimos años.