Arturo Vieyra

Se modifica el panorama

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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Son varias las modificaciones a las expectativas sobre las principales variables macroeconómicas que se vienen realizando por parte de los diferentes agentes económicos.

La dirección y evaluación de los cambios varían en función de la nueva realidad que viene determinada fundamentalmente por la evolución de la pandemia a nivel global y local que impone restricciones de diversa índole y magnitud a la actividad económica y las políticas de estímulo a la actividad económica en Estados Unidos y Europa con consecuencias importantes sobre el desempeño de la inflación y las variables financieras.

Dentro de los ajustes positivos al pronóstico destacan los cambios a las expectativas de crecimiento. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional acaba de hacer un nuevo ajuste al alza en sus estimaciones de crecimiento mundial y por país para 2021. El FMI ahora prevé que en este año la producción global avance 6.8%, un aumento de medio punto porcentual respecto a la estimación de enero. El aumento se debe principalmente al fuerte impulso que estará recibiendo la economía de Estados Unidos, cuyo pronóstico pasó a un espectacular 6.4%. Para tener una idea del tamaño del ajuste, considere que esta expectativa apenas en enero pasado era de 5.1%.

Obviamente, este mayor optimismo sobre el desempeño de la economía de Estados Unidos conlleva a un fortalecimiento de la perspectiva de la economía mexicana, que para el FMI implica un crecimiento de 5%, 0.7 puntos porcentuales más que la expectativa de enero del propio instituto.

Este boyante optimismo sobre el crecimiento en Estados Unidos se dejó sentir en los mercados a través de mayores preocupaciones sobre la inflación, generando un aumento significativo de la tasa de largo plazo y el fortalecimiento del dólar frente a las monedas emergentes. A ello, en el caso particular de México, se suman los resultados de inflación de la primera mitad de marzo muy por arriba de lo esperado y ya rebasando el 4% el indicador subyacente. Ambos factores definitivamente promueven un cambio en las expectativas.

La mayor incertidumbre financiera derivada de las preocupaciones inflacionarias a nivel global promueve en México una mayor depreciación del peso y un alza en la tasa de interés de largo plazo, con ello, pareciera que la decisión tomada por el Banxico en marzo de no bajar la tasa de interés adquiere una perspectiva más permanente; es decir, estamos en el final del ciclo de relajación monetaria. Así, es posible que los pronósticos de la tasa de interés muestren en lo sucesivo un ajuste al alza.

En el mismo sentido, a los resultados de la inflación por arriba de lo esperado que se suman a los mayores precios de las materias primas —que son impulsados por la expectativa de mayor crecimiento económico— y la depreciación del tipo de cambio. En este sentido, también la expectativa de inflación podría verse ajustada al alza.

Sin duda un panorama difícil para la economía mexicana, pues aun con el optimismo que se perfila en los pronósticos de crecimiento, los riesgos sobre la inflación y volatilidad financiera son importantes y no deben subestimarse ya que podrían revertir el optimismo.