Arturo Vieyra

¿En riesgo la estabilidad de las finanzas públicas?

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Ya en este espacio delineamos las características del reciente Paquete Económico 2024 presentado por el Ejecutivo ante el Congreso. Sin duda, se trata de un cambio de timón respecto a los programas económicos anteriores que ha causado desconcierto y, en ocasiones, hasta alarma por el hecho de que se propone un mayor déficit equivalente a 5.4% del PIB y un déficit primario de 1.2% del PIB.

Ambos indicadores, los más altos en la presente administración, implican un incremento de la deuda que, medida a través del Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), podría ascender hasta 48.8% del PIB al término del próximo año, lo que implica un incremento de 2.3 puntos porcentuales (pp) respecto al estimado para este año y de 5.2 pp en todo el sexenio.  

Estas proyecciones generan, al calor del encono político actual, mucha polémica; por un lado, situando los riesgos al borde del colapso macroeconómico y, por otro, principalmente por el lado del oficialismo, desestimando los riesgos sobre una posible pérdida de la sustentabilidad de las finanzas públicas.  

En principio, considero que el programa presentado por el Gobierno debe analizarse en un contexto intertemporal; es decir, su evaluación a lo largo del presente sexenio. Un indicador clave es el balance primario, que se estima en un déficit de 1.2% del PIB para el próximo año, lo cual contrasta con el promedio de un pequeño superávit 0.1% en los últimos cinco años; así, el actual sexenio terminaría con un promedio de un pequeño déficit de sólo 0.13%.

De cumplirse las expectativas del Paquete Económico, el balance primario estaría casi equilibrado en todo el sexenio y podría concluirse que, en general, se mantuvo la disciplina fiscal.  

Sin embargo, la expansión fiscal de aproximadamente un punto porcentual del PIB propuesta para el 2024, compromete la situación fiscal para los siguientes años, en la medida que viola una de las reglas básicas de las finanzas públicas, pues el mayor déficit está destinado, en buena parte, al gasto en consumo que, a diferencia del gasto en inversión, no aumenta la capacidad de pago en el futuro.  

Así, aun cuando se destaca como necesario el mayor endeudamiento para dar cumplimiento de los compromisos sociales y de creación de infraestructura en la actual administración, podría generar algunos desequilibrios que deberán ser subsanados por la siguiente administración a fin de retomar la senda de la estabilidad fiscal.  

Por fortuna, actualmente la economía mexicana tiene buen desempeño con crecimiento y con un déficit externo muy manejable que anula presiones de consideración sobre la paridad cambiaria; asimismo, el déficit puede financiarse con ahorro interno; en consecuencia, la estrategia no debería poner en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas en el corto plazo y, por supuesto, bajo ningún escenario seriamente elaborado se vislumbra una crisis económica de fin de sexenio.  

Será necesario evaluar en la próxima administración la posibilidad de una reforma fiscal (tema que no escucharemos en lo más mínimo en los próximos meses), pues los compromisos del gasto corriente parecen estar llegando al límite, si éste se rebasa, no habrá más que sacrificar el gasto en inversión y, por tanto, la capacidad de pago del Gobierno.