ANTROPOCENO

Los niños no votan y AMLO no es Lula

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Bernardo Bolaños
Bernardo Bolaños
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“Querido becario: tú sabrás en qué te gastas el dinero de la beca. Es sólo tuyo. En ropa o en cerveza. En libros o en marihuana. En un celular o en videojuegos. No somos conservadores en el actual Gobierno, ni condicionamos las ayudas sociales, como el PRIAN. Disfruta”.

Los obradoristas descubrieron que su movimiento es libertario cuando su líder transformó el destino de las transferencias directas que otorgaba el Estado mexicano. Hoy se encuentran defendiendo la libertad de cada joven para hacer de su vida un papalote y echarlo a volar, sin prejuicios. Pero olvidan que, al cubrir a los becarios, el nuevo Gobierno también descobijó a los niños que antes se beneficiaban de la ayuda de Prospera. Y la izquierda que durante años repitió que “infancia es destino”, hoy simplemente pregona no ser conservadora tratándose de los jóvenes y sus derechos. No ocurre igual con los niños.

AMLO aumentó el gasto en programas sociales un 7%. Pero también modificó radicalmente el modo de repartir. Los últimos cuatro gobiernos federales focalizaban las ayudas. Ya no, ahora se asignan también a quien no las necesita para lo básico. En ese sentido, son menos redistributivas, se enfocan menos en reducir la desigualdad. El nuevo Gobierno ya no las otorga por cada niño, sino a jóvenes, personas con discapacidad y adultos mayores.

El cambio parece una política demográfica en el sentido de que deja de incentivar el tener hijos. En mayo de 2016, la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, declaró que Prospera ya no iba a beneficiar a las mujeres indígenas que tuviesen muchos vástagos. Sin sorpresa, se la acusó de discriminación. El gobierno de Peña se defendió arguyendo que, de acuerdo con las reglas de operación del programa, ya antes se apoyaba a máximo tres hijos por familia. Pero la 4T prefirió cortar por lo sano, no dar más ese apoyo a las familias (pequeñas o numerosas), con excepción de madres solteras.

¿AMLO busca el control natal, sin repetir el escándalo de Robles? Si fuese así, difícilmente lo reconocería, conociendo lo delicado del tema. Lo cierto es que, diseñados sobre las rodillas, los nuevos programas tendrán consecuencias imprevisibles.

Los nuevos libertarios (cuando se trata de adolescentes) se ufanan de que las condiciones que se imponían a los beneficiarios de Prospera provocaban burocracias persecutorias. Señalan que, en el mejor de los casos, se imponía a las madres asisitir a la clínica o inscribir a los hijos a la escuela, pero en el peor, se les exigía asistir a mítines.

Olvidan que condicionar y focalizar no son la misma cosa. El expresidente brasileño Lula focalizó el programa Bolsa Familia para darlo a los más pobres, en vez de comprar votos de jóvenes, adultos mayores y campesinos en general. Pero no estaba condicionado. No obligaba a los beneficiarios a ir a la clínica o a la escuela.

AMLO dejó de preferir a los más pobres y a los niños. Optó por ganar elecciones.