Bernardo Bolaños

¿Pagamos caro la energía limpia?

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El modelo de comunicación política del Gobierno federal supone transmitir ideas sencillas al Pueblo. Dos más dos es cuatro. Las sutilezas teóricas no funcionan. Peor aún, pesa sobre cualquier argumento sofisticado una sospecha de ser “pretexto para la corrupción”. Según la mentalidad 4T, el FCCyT de Conacyt era un esquema para la robadera, aunque no tengan pruebas y a pesar de que ese modelo de gobernanza de la ciencia funcione exitosamente en otros países. Al CIDE, por su parte, con sus expertos en políticas públicas, economía y litigio estratégico, los populistas lo ven como un semillero de tecnócratas que sólo meten ruido en la relación que debe haber entre el poder y la sociedad.

Cuando se trata de la Reforma Eléctrica, un argumento sencillo que ofrece el Gobierno federal a la opinión pública consiste en acusar a los privados de vender electricidad supuestamente cara. Considera que estamos ante un “mercado perverso”. En vez de reconocer la ineficiencia actual de la generación de electricidad con combustibles fósiles, más fácil es culpar al mercado eléctrico para comunicar fácil con la sociedad.

Veamos. El gran incentivo de la reforma de 2013 para atraer energías limpias consistió en prever pagarles a las empresas el llamado precio marginal por su electricidad. Supongamos que CFE Combustóleo genera a un costo de 1,200 pesos megawatt hora, mientras que las empresas eólicas privadas tienen un costo de generación de 550 pesos. Si el primero es el precio más alto, se les paga a ambas 1,200 pesos. Aunque es ciertamente contraintuitivo a primera vista, difícil de explicárselo al Pueblo en una frase, vale la pena considerar dos motivos del precio marginal: Primero, es una medida destinada a inhibir energías sucias e incentivar las limpias. Segundo, el beneficio no es sólo de tipo ambiental, pues también baja el costo para el consumidor final por la competencia. ¡Oh, hemos mencionado la palabra prohibida que, según el Gobierno federal, hace automáticamente del hablante un “neoliberal”! Competencia. Pero los propios ideólogos 4T repiten todo el tiempo que las empresas se rigen por la ley de la máxima ganancia, y el caso es que las empresas generadoras de electricidad compiten buscando que su costo de generación sea menor. Un costo de generación de 550 pesos les otorga un margen de ganancia mayor que uno de 650. Si CFE también bajara sus costos, no se pagaría “caro” a las renovables.

Además, el Gobierno federal no aclara que todas las empresas, públicas o privadas, ganan el precio marginal (en nuestro ejemplo, 1,200 pesos). Lo ganan las hidroeléctricas, las termoeléctricas, Laguna Verde y las renovables. La diferencia es que estas últimas no cobran vidas por contaminar el aire, ni calientan el planeta y, gracias a ellas, México honra sus compromisos internacionales.