Bernardo Bolaños

Periodistas, políticos, militares

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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L os periodistas deben exhibir hechos, los políticos lograr acuerdos y la seguridad pública debe ser seguridad humana. El problema es la tendencia de que los periodistas sean ideólogos, que los políticos no le cambien ni una coma a sus iniciativas y que los militares no se vean, ni sean vistos como agentes de seguridad capaces de trabajar contra el crimen y la impunidad.

No sólo ocurre en México. Veamos rápido el caso de Estados Unidos y los medios. Trump pidió la cabeza del famoso conductor Chris Wallace de la cadena Fox News. Ya afuera de la empresa, el famoso periodista dijo que Trump no tenía toda la responsabilidad de la polarización de la vida pública en Estados Unidos. Todo comenzó, explicó, cuando las noticias se convirtieron en un espectáculo que generaba dinero. Fue a partir del show 60 minutos, conducido por ¡Mike Wallace!, su propio padre. Al cabo de los años, el periodismo siguió perdiendo su vocación, volviéndose mitad negocio y mitad ideología, hasta llegar al extremo de que Fox News desafiara las elecciones de 2020 y apoyara la revuelta del 6 de enero en el Capitolio. Un periodismo golpista.

Eso, por lo que toca a los periodistas. Pero también se transformaron los políticos. Los legisladores en Estados Unidos ya no votan leyes con sus adversarios. Hay menos pluralismo en los partidos demócrata y republicano. Véase el libro ¿Por qué estamos polarizados?, de Ezra Klein.

¿Y los militares? Veamos rápido el ejemplo aleccionador de Venezuela. La militarización ahí se impuso sobre los intereses del pueblo. Cuando los ingresos del Estado se desplomaron con la caída de los precios del petróleo en 2008, dejaron de pagarse las generosas ayudas sociales del chavismo y ya sólo alcanzó para mantener a la corrupta burocracia militar. Millones de venezolanos tuvieron que partir al exilio y el país se lo quedó el Ejército.

Obvio no ocurre eso en México, la economía no ha colapsado. No tenemos que escoger entre programas sociales y nómina militar. Aquí el poder castrense parece ir de la mano de un Presidente civil. Pero, en estos últimos días, todos nos hemos enterado de las tensiones latentes. A los miembros de la Guardia Nacional no les agrada la idea de transformarse en policías civiles. Al Ejército no les simpatiza que le apliquen la prisión preventiva oficiosa a algunos de sus elementos por el caso Ayotzinapa. Muchos militares incluso preferirían regresar a los cuarteles, en vez de encargarse de la seguridad pública.

Si la perspectiva del 2024 no polarizara la vida pública como lo hace, entre todos planearíamos enmiendas a la Constitución para tener seguridad sin ingenuidad, ni guerra. Dejaría de aumentar el presupuesto para cuerpos diseñados para la defensa exterior y dedicaríamos esos recursos a garantizar la seguridad interna. Seguridad humana. Los que en sexenios anteriores militarizaron, hoy serían menos hipócritas y, quienes lo hacen ahora, sabrían construir acuerdos con ellos y con las Fuerzas Armadas. Pero tenemos 2024 enfrente y lo que toca es polarizar.