Más pobreza, menos oportunidades

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso
Bibiana BelsassoLa Razón de México
Por:

Algo está demostrado, aunque aumenten los programas sociales, éstos no necesariamente reducen la pobreza.

Sin patrimonio

familias de escasos recursos han sido afectadas por las intensas lluvias; en mayo pasado, en Ixtapaluca, las inundaciones diezmaron los hogares de decenas de personas.
familias de escasos recursos han sido afectadas por las intensas lluvias; en mayo pasado, en Ixtapaluca, las inundaciones diezmaron los hogares de decenas de personas.Foto: Cuartoscuro

Hoy hay más personas que viven en pobreza y pobreza extrema que hace dos años. Es verdad, han sido momentos complicados por la pandemia, pero no es justificación para los números que estamos viendo y con un gobierno que llegó al poder asegurando que su principal lucha sería por los pobres, para que tuvieran una mejor calidad de vida.

De acuerdo con los datos que arrojó el reciente estudio “Medición multidimensional de la pobreza en México 2018-2020”, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el número de personas que viven en condición de pobreza creció.

Es decir, hace tres años había 51.9 millones de personas en esa condición y dos años después la cifra subió a 55.7 millones, lo que significa que hay 3.8 millones más en pobreza.

En cuanto al rubro de población en situación de pobreza extrema, ésta aumentó 2.1 millones, por lo que el número total pasó de 8.7 millones a 10.8.

Las personas en situación de pobreza son aquellas que tienen una o más carencias sociales y menores ingresos al valor monetario de la canasta alimentaria y no alimentaria, es decir, dos mil 520 pesos en las zonas rurales y tres mil 559 pesos en las zonas urbanas.

Hagamos un ejercicio:

Imagínese usted a una familia de cinco miembros viviendo con $2,500 pesos. Son 83 pesos diarios para alimentarse por familia, 16 pesos por persona.

En México, uno de cada cuatro niños vive en pobreza. No se ha podido mover esa cifra para que estos pequeños tengan una mejor esperanza de vida.

Los programas sociales, los cuales están llegando a menos personas que los que se teñían hace tres años tampoco están dando los resultados esperados.

Porque además hoy con la desaparición del seguro popular, millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud.

El Coneval midió el rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos en la vivienda, así como el acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.

La carencia social con mayor cambio entre 2018 y 2020 fue la de acceso a los servicios de salud.

En 2018, el último año de gobierno de Enrique Peña Nieto, 20.1 millones de personas no tenían acceso a los servicios de salud, y en 2020, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, año en que comenzó la pandemia de Covid-19, el número aumentó a 35.7 millones, es decir, un incremento de 15.6 millones de personas con esta carencia.

De acuerdo con los datos del Coneval, 42.1% de la población en México estaba afiliada en el Seguro Popular en 2018 y para 2020 sólo 26.9% tenía acceso al Insabi.

¿Por qué desaparecer el Seguro Popular si no se tenía todavía un sistema que lo pudiera suplir eficientemente?

Es un golpe a los más pobres, porque la clase media, que ha sido la más golpeada en estos tres años, de alguna manera puede vender algo, pedir prestado, solucionar si tiene una emergencia médica.

Estos datos contrastan con el propósito del Presidente López Obrador, quien insiste en que se debe erradicar la pobreza y para ello ha reforzado sus programas sociales. Tan sólo para este año les destinó 303 mil 982.9 millones de pesos para impulsar programas sociales.

Yo estoy a favor de que haya programas sociales, hay gente que sin ellos simplemente no tiene para comer. Pero deben de ir de la mano con otros programas para que a su vez se puedan crear oportunidades de vida.

De acuerdo con la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares 2020, realizada por el Instituto de Estudios sobre Desigualdad, los beneficios provenientes de programas gubernamentales pasaron de 26.7 mil millones de pesos a 41.7 mil millones de pesos entre 2018 y 2020. Pese a esto, menos hogares pobres fueron beneficiados.

Según el análisis hecho por este instituto, la actual política social es menos redistributiva, pues 10 por ciento del monto total de transferencias llegó a 10 por ciento de los hogares más pobres, en comparación con el 18 por ciento que se distribuía en 2018.

El mismo documento hace un comparativo: en 2016, 61 por ciento de los hogares más pobres eran beneficiarios de programas sociales, en contraste, en 2020 sólo 35 por ciento lo era. También hay que tomar en cuenta que la actual política social se ha enfrentado a un problema inesperado: Covid-19.

Hay que agregar que un millón 10 mil 857 micros, pequeños y medianos negocios cerraron sus puertas en ese año por falta de apoyos, lo que también se traduce en menos ingresos para familias, algunas de ellas muy pobres.

Pero también con la ley para evitar el outsourcing, que se pensó para apoyar a los trabajadores, lo que sucedió es que los empleadores otorgaron beneficios por ley, pero redujeron salarios, ósea que les fue peor a los trabajadores.

En medio de este panorama, los programas sociales no alcanzaron a cubrir las pérdidas por ingresos salariales que se han generado.

Los datos revelados por el Coneval sobre la condición de pobreza han causado polémica, pero para realizar su medición se revisó en primera instancia la línea del ingreso, esto es, el nivel adquisitivo.

Para el Coneval, la línea de pobreza por ingresos y línea de pobreza extrema por ingresos sirven de base para la determinación del indicador de bienestar económico.

En esta ocasión le tocó medirlas en un año difícil, el 2020, en el que como vimos, muchas personas perdieron su trabajo y por ende ingresos. Así, muchas de las personas que estaban arriba de la línea de pobreza, pero que redujeron sus ingresos por el Covid, en automático pasaron a formar parte de los pobres.

El Coneval ha utilizado la misma metodología desde hace 20 años, así que es la misma que ha medido la pobreza en sexenios pasados.

Esta medición no debe de molestar a los gobernantes de este país, más bien deberían de reflexionar en que los esfuerzos para repartir dinero no están funcionando como todos hubiéramos esperado.

Se requieren estrategias sólidas, en un momento donde además se cruzó la pandemia que ha afectado severamente la economía de los mexicanos.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.