Carlos Olivares Baró

Chopin, Guastavino, Piazzolla y Ginastera

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
Por:

En los arreglos de clasificación que estoy haciendo entre mis libros y discos, aparecen dos casetes de un concierto que grabé de manera artesanal en el año 2017 de la pianista argentina Lorena Eckell en el salón de recepciones de Museo Nacional de Arte (MUNAL). Recital en el que glosó cuatro baladas, una sonatina, un tango y tres danzas argentinas.

Balada No. 1 —sol menor—, Balada No. 2 —fa—, Balada No. 3 —la bemol— y Balada No. 4 —fa menor—, de Frédéric Chopin (1810-1849). Sonatina en sol menor, de Carlos Guastavino (1912-2000); Adiós Nonino (Cadencia y rapsodia), de Ástor Piazzola (1921-1992), y Danzas Argentinas, de Alberto Ginastera (1916-1983): leo en el índice de las cintas. ¡Vaya sorpresa!

Interesante hallazgo de concordias de un pianista y compositor del periodo romántico muy popular, y de tres músicos argentinos que tomaron elementos tradicionales para la conformación de sus partituras. Un representante del nacionalismo musical argentino —Guastavino—, una figura incuestionable de la música académica latinoamericana —Ginastera—, y el bandoneonista que revolucionó el tango: Piazzola (por cierto, alumno de composición de Ginastera en sus años juveniles).

Cuatro baladas de cierto aliento apesadumbrado de un compositor emblemático del romanticismo europeo; una sonatina de un músico que incursionó en la canción popular de Argentina; y dos músicos de presencia insoslayable en la danza y el tango rioplatense. Chopin, las delicadas frondas de una encantadora Sonatina de Guastavino, los bemoles tangueros de Piazzolla y tres danzas muy cadenciosas de Ginastera.

Pongo el primer casete: Eckell se sumerge en el aislamiento dramático de la Balada No. 1 (1836) con soltura: ataques precisos en los ascendentes iniciales y entrada justa al desolado leitmotiv. Silencios que dan paso al cantabile con energía: interpretación de contrastes expresivos vigorosos. Demostración de solvencia técnica en la coda y convincente ejecución de la serie de acordes descendentes del final.

Asimismo, en Balada No. 2 (1840) —dedicada a Schumann—, la ejecutante porteña enfrenta los dos temas divergentes (ternura y fuerza) desde íntimas enunciaciones. La mudanza del andantino al presto: muestrario de virtuosismo. El lirismo desbordado de la Balada No. 3 (1841), se asume en concordias de sinuosos registros de índices muy románticos; la Balada No. 4 (1842) es afrontada en mutaciones que transitan por naturales exaltaciones, afecto y conmoción. Fascinante pieza que Eckell apostilla con manejo seguro de la concomitancia de silencios.

Prosigo en la procesión con Sonatina en sol menor (Allegretto, Lento muy expresivo, Presto), de Guastavino. Delicados clústeres y sutiles mudanzas en marcha por la suavidad y la fuerza: la pianista transfiere toda la emotividad, claridad melódica y lirismo arropante de una pieza de marcado lenguaje romántico empalmado con sutiles apuntes nacionalistas.

Y llega Piazzola. Adiós Nonino (Cadencia y rapsodia): piano rioplatense, cabalmente en diseños neoclásicos (Evans, Corea, Hancock...): digitación que edifica resonancias propias del bandoneón. Personalísima factura. Escucho una suerte de poética piazzollaiana renovada a través de la mirada incitante de Eckell.

Lloro cuando irrumpe el motivo melódico de tristeza empinada (pieza de Piazzola por la muerte de su padre Vicente: “Nonino”). Piazzola: Eckell: Piazzola: cruzamientos milagrosos. No cabe duda que estoy escuchamos a una solista de transferencias muy propias: capacidad natural para los amarraderos románticos, las periferias neoclásicas y las avenencias populares.

Concluye el convite con Danzas argentinas (“Danza del viejo boyero”, “Danza de la mosa donosa”, “Danza del gaucho matrero”), de Ginastera. Acusada bitonalidad. Ritmo y textura en plazas de Stravinski. Cromatismo, melodías tortuosas, disonancias, elegantes disonancias, tensiones, pausas vertiginosas y uso del 6/8 que Eckell se adjudica con extraordinaria seguridad técnica.

Tres danzas de furor, ímpetu y fiereza (sobre todo “Danza del gaucho matrero”) que remata con una pasmosa progresión de acordes (Fortissimo) y glissandos de turbulento acabamiento: muestrario de pliegues de un Ginastera desde muy personal exégesis. Espléndida velada íntima gracias a la recuperación de estos casetes descubiertos en el ordenamiento que hago en mi bibliodiscoteca. Bendiciones a Lorena Eckell: alabanza para sus manos prodigiosas.

Remato con el fonograma de las Baladas de Chopin ejecutadas por el pianista polaco Arthur Rubinstein. Sigo insistiendo: qué hubiera sido de mí en estos meses de reclusión y perplejidad sin mis discos y mis libros.

The Chopin Ballades
The Chopin Ballades
The Chopin Ballades
  • Artista: Rubinstein
  • Género: Instrumental 
  • Sello: RCA Victor