Noches y jardines de Manuel de Falla

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Un hechizante exotismo abraza la música española, evidente en géneros diversos: dulzaina, flabiol, fandango, jota, villancico, mazurca, paso doble, zarzuela, bolero, copla andaluza, cuplé... y, sobre todo, en el reconocido internacionalmente flamenco. Se hacen visibles las concordias ibéricas en muchos compositores: por citar un ejemplo, ¿quién no ha sucumbido ante la gracia de la Sinfonía Española, de Édouard Lalo? El ruso Mijail Glinka escribió dos brillantes oberturas: Jota aragonesa (1845) y Noche de Madrid (1848). En la segunda mitad del siglo XIX, el tema español conquistó el corazón de los melómanos con la imagen de una joven y apasionada gitana de la ópera Carmen (1875), de Georges Bizet.

Tres compositores españoles: Manuel de Falla (1876-1946), Enrique Granados (1867- 1916) e Isaac Albéniz (1860-1909), alcanzaron renombre más allá de las fronteras ibéricas con obras muy solicitadas en la actualidad en los programas de las salas de conciertos del mundo. Basta nombrar El amor brujo, de Falla; Goyesca, de Granados; o Iberia, de Albéniz, para darnos cuenta de la trascendencia de la música hispánica.

Manuel de Falla, oriundo de Cádiz, inició estudios musicales en Madrid y los concluye en París. Interesado en las acentuaciones andaluzas ahondó en ellas en diálogos con Federico García Lorca. “Lorca es el mayor signo de todo lo andaluz; con él he aprendido a amar mucho más la música andaluza”, dijo Falla alguna vez.

Imparcial frente al trance de la Guerra Civil española, decide en 1939 emigrar a Buenos Aires, Argentina, ciudad donde continúa trabajando hasta su muerte que lo sorprende en 1946 enfrascado en la ambiciosa obra escénica La Atlántida, la cual deja inconclusa.

Autor de ‘comedias típicas’ (zarzuelas), destaca el drama lírico La vida breve (1905). Alcanza reconocimiento con la turbadora historia gitana, el ballet El amor brujo (1914) y con un segundo ballet El sombrero de tres picos (1919), que tuvo excelente acogida en Londres. Incursiona en la ópera para marionetas con El retablo de maese Pedro (1922), adaptación de una sección de Don Quijote.

Catálogo de obras orquestales: Noches en los jardines de España (1915) para piano y orquesta: pieza impresionista glosada a través de una atmósfera de hipnótica armonía. Música vocal: Siete canciones populares española (1915) para voz y piano, también presentadas con arreglo para violín y piano con sorprendentes y cordiales codificaciones melódicas.

Muy comentado el episodio del rechazo de la clavicembalista Wanda Landowska al Concierto para clavicémbalo, flauta, oboe, clarinete y violonchelo (1923-1926), que Falla escribió para ella. Sin embargo, esta composición se impuso en los escenarios de Europa y América con gran éxito y elogios de la crítica especializada por su ‘neoclasicismo mítico’ arraigado en la tradición religiosa ibérica.

Incursiona en la música para piano con obras de marcadas figuraciones españolas: Cuatro Piezas españolas (Aragonesa, Cubana, Montañesa, Andalucía), Serenata andaluza y Fantasía bética —escritas entre 1900 y 1910—. Armonías singulares, extrañas y desoladas de propuestas modernas que el público de entonces no supo apreciar en su integridad. Manuel de Falla, compositor de refinada y exaltada expresividad.

Noches en los jardines de España/Falla
Noches en los jardines de España/FallaEspecial

Noches en los jardines de España/Falla

  • Artista: Orquesta Sinfónica de Londres
  • Género: Orquestal
  • Disquera: DECCA