El paciente Beethoven

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Nacimiento de Ludwig van Beethoven: la noche del 16 de diciembre de 1770 “una tremenda tempestad se desencadenaba de las Siete Montañas y descargaba su furia sobre la ciudad de Bonn, Alemania, a las orillas del Rhin; las rachas azotaban las puertas y ventanas de las casas: la lluvia caía pertinaz y torrencialmente” (Guillermo Orta). Beethoven desde niño muestra habilidades musicales. El padre ambiciona hacer de él un niño prodigio (calco de Mozart): lo obliga a estudiar en reclusión y maltratos.

Enfrentó sordera progresiva, se vio invadido por dolencias en el sistema digestivo, amén del severo padecimiento hepático que lo lleva a la muerte. La historia clínica del autor de Für Elise registra que en la niñez sufre viruela, que le deja variadas manchas en el rostro. Asimismo, se vio afectado de asma-bronquitis, depresión, malestares intestinales con frecuentes diarreas, cólicos, flatulencia y fiebres intensas que lo obligaban a estar en cama durante varias semanas. 

Ese joven —tildado por sus contemporáneos de “feo y repulsivo”, baja estatura, robusto, cabezón, cabellera grasosa, cejas pobladas, frente abultada y rostro áspero por la viruela—recibe lecciones de los grandes músicos de la época, se familiariza y estudia a profundidad el Clavecin bien temperado de Bach. A los 16 años visita Viena: conoce a Mozart de quien acopia consejos. “Escuchen a este joven; no lo pierdan de vista que alguna vez hará ruido en el mundo”, comentaría el autor de Réquiem

Azote de la fatal sordera, la cual nunca limitó la creatividad de este compositor de sensibilidad exteriorizada en exaltados impulsos de fuerza, alegría y nostalgia: música palpitante de pasión espiritual excedida. En la cronología del arte europeo de las últimas dos centurias no hay personalidad que haya influido de forma tan cabal en el progreso posterior de la música como lo hizo él en ruta por el periodo clásico a los inicios del romanticismo. 

Escucho Sonata para piano No. 23 —“Appassionata”—: tres movimientos concentrados en una fuerza de resonancias singulares en variaciones de matices dramáticos a través de redundados índices espaciales escoltados por un ímpetu rítmico excepcional. Lo imagino en los meses previos de su muerte asediado por vómitos, cólicos, diarreas, fiebres, ictericia, hígado inflamado, hinchazón en las extremidades inferiores, mengua de la orina y ascitis. Sigo embelesado en la sublimidad de esta febril sonata. Maldigo la cirrosis hepática, la pancreatitis y las hemorragias nasales que lo arrinconaron en esas últimas jornadas de marzo de 1827.

Compositor, director de orquesta y pianista. Legó 32 Sonatas para piano, seis “Bagatelas” para piano, 16 Cuartetos, 7 Tríos, 10 Sonatas para violín y piano, una ópera (Fidelio), una Missa solemnis, cinco Conciertos para piano y orquesta, un Concierto para violín y orquesta y 9 Sinfonías (destacan, por sus propuestas innovadoras, la Tercera, “Eroica” —apuntes románticos—, la Quinta —un único motivo rítmico en los cuatro movimientos—, la Sexta, “Pastoral”, y la Novena: primera sinfonía coral de la historia). Catálogo que corrobora a Beethoven en su voluntad mayor: “¡Alegría! El más bello fulgor divino / Todos los hombres serán hermanos”.

Portada del disco "Appassionata / Beethoven"
Portada del disco "Appassionata / Beethoven"Foto: Especial

Appassionata / Beethoven

  • Artista: Dieter Zechlin
  • Género: Instrumental
  • Sello: Enciclopedia Música Clásica