Carlos Olivares Baró

El poeta Víctor Sosa

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
Por:

La muerte se asoma por las rendijas. Me estremece la sospecha de su presencia detrás de la tapia. Pierdo el punto de luz en la intersección de su voz con el silencio. La muerte mastica el ombligo de cerezo: sangrantes perfumes se arremolinan con incesante latido de lluvia en descenso de lluvia desnuda de lluvia que estalla. La muerte se asoma para borrar el deseo. Tajo sin palabras ocultas sin recuerdos sin goce sin hebras sin estribillos. Perpetuidad silenciosa. ¿Sueño arrogante? La muerte es una altanera. Qué llega: ¿un vértigo? ¿Un deleite oscuro? Ha muerto mi amigo, el poeta Víctor Sosa (1956–2020).

“Qué hace que un hombre muera todos los días de ganas de morir en breves átomos en minúsculas moléculas de vida”, se pregunta el juglar Jorge Humberto Chávez. Qué hace que la muerte nos convierta en cuerpos ciegos. El rostro del muerto es un desierto florecido (se lo robo a Raúl Zurita por necesidad y urgencia). Pienso en la sonrisa de Víctor entumecida por la muerte y me quiero arrancar los ojos para no verlo más en esa mudez de madrigales quebrados. Dicen que en la noche de este primer jueves de este agosto impreciso su corazón calló el sonido de rosa que veíamos en sus ojos. Y ahora, estamos sus amigos sus queredores sus cómplices sus lectores sus amantes sus muchachas de trenzas rizadas intentando encontrar los compases de la fecunda blandura del aliento de sus mapas amorosos en la bruma y el agua.

Víctor Sosa (Montevideo, Uruguay, 1956–Ciudad de México, 2020): poeta, pintor, docente, ensayista y traductor de la lengua portuguesa. Llegó a la Ciudad de México en 1983 y en 1998 adquirió la nacionalidad mexicana. Premio Nacional Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Arte (1998), Premio Nacional de Poesía Pancho Nácar (2000) y Premio Nacional de Poesía Gilberto Owen (2012). Publicó más de 15 libros de poesía, ensayo y crítica, entre los que se destacan Sunyata, La flecha y el bumerang, El Oriente en la poética de Octavio Paz, Decir es Abisinia.

Obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2012, que convoca el Gobierno del Estado de Chiapas. El jurado —integrado por los poetas Hernán Bravo Varela, Marian Toussaint y Claudia Hernández de Valle-Arizpe— decidió, por unanimidad, entregarle el galardón al cuaderno Gladis Monogatari (FCE, 2014).

“Delirante compendio de realidades y voces, un ejemplo gozoso de la libertad poética que sólo el rigor otorga. De Voluntad ecuménica, incorpora temas y retóricas aparentemente irreconciliables que, por un logrado efecto de oposición, le descubre a los lectores la verdadera naturaleza del poema”, suscribió el jurado en el dictamen de la resolución de uno de los certámenes de poesía más acreditados en Latinoamérica.

Esa vez lo entrevisté y me dijo: “Es un conjunto de poemas en prosa con ciertas proyecciones eróticas y contemplativas a través del recuento poetizado de una obsesión en los recodos del deseo... Ya no te digo nada más, negro: deja el oficio pa’mañana. Lo que falta ahora es irnos a inundar la noche, a buscar por ahí a una Gladis verdadera”. Así lo pienso con un sentido del humor desparpajado, con una comunión obsesiva por la vida. Jodedor, coqueto, bailador sin ritmo, conquistador, cinéfilo, seductor, amante de los buenos libros... “Qué hace que un hombre muera todos los días de ganas de morir en breves átomos en minúscula molécula de vida”.

Víctor acariciando una prosa cifrada en los pespuntes de la poesía. Víctor con la memoria elaborando el presente porque la resina de lo narrado funda su permanencia en los resquicios del tiempo. Víctor olfateando en los anaqueles para dialogar con huellas borgianas y deletrear a Sunyata. Merodeo por algunos visos de Bataille y Hoffman: atmósfera de crueldad en los espacios de una vigilia tejida en mapas de prosapia romántica. Prolijidad neobarroca que apela a los mitos y los recrea en armonioso idiolecto semántico. Víctor en singulares caprichos de sutil caligrafía. Víctor anidando en las hojarascas del lenguaje. ¡Pinche muerte asomada en las rendijas!

“Inspira Culto” (tomado del libro Gladis Monogatari)

Por Víctor Sosa

Gladis piensa en mí. Me hamaca en su lengüita incontinente y ese meneo —creo que procaz— me hace revenir sobre los higos. Soy cardamomo —aclaro— pero cuando quiero, igual que áspid, eyecto sobre intrusos. Ella, sin darse cuenta, me mastica. Amanece su molar sobre mis zapatillas de Shangai y hasta el dragón transpira. Estoy casi seguro que me ama, mas la diferencia es desmesura. Dime la verdad —le pedí anteayer— pero, hasta hoy, no ha respondido. ¿Me deberé —por gemación— reproducir en sus papilas? ¿Desordenar su sacro mientras duerme? ¿Agitar un genoma como una sonaja en sus oídos? ¿O abandonar mi lenocinio y dejarla ahí célibe en su jungla? Quédate con tu Borges o por igual recréate en tu Parra; hojea celulitis en Ovidio; lima tu lingua franca hasta de ella ser duro rubí; rebobínate en el celuloide de tu glande —me dicen algunos, inmisericordes. Mas toda paciencia tiene límites. Ser semilla es siempre una esperanza.

Gladis Monogatari
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Gladis Monogatari
  • Autor: Víctor Sosa
  • Género: Poesía
  • Editorial: FCE; 2014
  • Premio de Poesía Jaime Sabines 2012