Carlos Urdiales

Poder ciudadano

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
Por:

No importa si usted está convencido de la necesidad de refrendar apoyo y Poder Legislativo a Morena y al proyecto de Gobierno del Presidente López Obrador a través de más Gobierno y de más Congreso. O no. Tampoco si, por el contrario, considera que es imperativo “castigar” al partido oficial y a su máximo líder.

Si cree que el voto “útil” es y está dispuesto a sufragar pragmáticamente a favor de una disyuntiva que se nos plantea como binaria: estar con o en contra de AMLO.

Incluso si decide anular su voto para expresar reclamos, enojo o desencanto porque ya no cree en tirios ni en troyanos. Lo que importa es votar como antídoto en contra del miedo, la apatía y la violencia.

Empoderarse ante partidos políticos que apuestan a la saturación, una vez más, con anuncios y propaganda estulta y falaz. Membretes cuya mejor propuesta es ser leal a “ya sabe quién”; o reducir el IVA para que alcance, para abaratar la vida, o erradicar el hambre, creando buenos empleos, detener la violencia con mano dura no con abrazos, promover más leyes con penas tremendas para quien secuestre, mate o extorsione. Las promesas de siempre y la frivolidad como plataforma ideológica.

Intelectualidades en contra o a favor, hablan de lo mismo en tono superior. Debaten sobre los orígenes y remedios para la pobreza, justicia, equidad, desarrollo, participación, combate a la inseguridad; enaltecen con valores e ideales, crean una épica o frenan al populismo.

A todos urge convencernos de frenar a unos o respaldar una historia emancipadora.

El lunes 7 de junio, mientras en Palacio Nacional reciban a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, y en escuelas del Valle de México los valientes regresan a clausurar cursos lectivos en aulas, los partidos políticos se van a enfocar en la venganza, irán contra el INE, por los adversarios, medios y sectores que jugaron las contras.

De uno y otro lado, lo mismo. Dependiendo de resultados e impugnaciones, los bandos que quieren ver un país blanco o negro, bueno o malo, tomarán previsiones para cuando tengan más, o menos poder. Habrá reacomodos, los grupos de poder comenzarán a jugar sus cartas para la siguiente elección.

Por eso hay que votar. Un voto, dicen, marca la diferencia. Idílicamente así es, pero en la experiencia nacional lo que sí sabemos que orienta la brújula de nuestro destino son muchos votos; la participación masiva dice todo lo que millones de spots y lugares comunes callan, ignoran, disimulan y reciclan.

El poder ciudadano estriba en dar legitimidad a cualquiera que sea el resultado, el balance final de esta elección; un proceso simplificado en chairos contra fifís. Y no, de eso depende que en el futuro nos ocupemos más de los “cómo” que de los “qué”.

Que el debate público mire programas de Gobierno puntuales, medibles, sancionables y no sólo frases huecas. Que nos demos el lujo de participar mejor informados, menos abrumados, más convencidos y un tanto desilusionados. Vote, empodérese.