Carlos Urdiales

Otro golpe de la pandemia

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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¿Cuánto ha costado la pandemia? Para empezar, mató a 223 mil personas según cuentas oficiales. Pero, oficialmente, también existe subregistro documentado por Inegi y el Registro Civil que duplica o triplica esa cifra. Medio millón menos de mexicanos en 15 meses.

La pandemia impuso confinamientos inéditos con resistencia oficial y rebeldía social. Encumbró a funcionarios públicos menores y polarizó a burócratas en contra de científicos. Politizó la salud pública. Alimentó demagogia y mentira, estresó al sistema sanitario a grado tal que para evitar que los hospitales colapsaran, lo hicieron los crematorios.

La pandemia nos enseñó que gobiernos y sociedad aprendemos al mismo tiempo. Que las prisas por aparentar control y pericia estimularon mentiras criminales. Primero para evitar la ola, después para sortearla sin morir en el intento, más tarde por la inhumana competencia tras las vacunas.

El SARS-CoV2 mostró que la humanidad es egoísta y aspiracionista. Que también acá nos da por presumir y comparar (cuando nos conviene). Las naciones ven por sus intereses. La ONU soñó al convocar una utopía humanitaria. África apenas conoce lo que aquí se almacena y en Estados Unidos sobra. Los megacontratos regionales se pelean con miles de millones de euros y dólares.

Pero más allá del encierro, la distancia y los adioses mudos, el mayor impacto de la pandemia estalla contra la educación, la formación social y académica. Desde niveles básicos hasta profesional. Millones de alumnos, maestros, trabajadores y familias quebraron el ciclo y el proceso escolar convenido por décadas. Lo presencial se esfumó.

La educación a distancia fue y es remedio selectivo, clasista. Se hizo lo que se pudo, lo que imaginación, ganas, pero sobre todo recursos, permitieron.

La SEP pide no poner menos de seis a ningún alumno de nivel básico. Pide evaluar para recuperar. Si no ahora por el semáforo daltónico en varias entidades, entonces durante el próximo inicio del calendario lectivo, entre agosto y noviembre. Las boletas ya no serán lo que fueron. Diez, cinco o menos no serán calificaciones, estímulos, apremios. No evalúa, alivia.

Educación Pública desea “una valoración diagnóstica a cargo del docente del grupo o de asignatura, con la cual diseñará un plan de atención bajo un esquema de nivelación del grado escolar o asignatura, que le permita avanzar en los aprendizajes del siguiente grado escolar”, hecho lo cual, se emitirán nuevas boletas del ciclo 2020-2021.

De nuevo, los que puedan como puedan. La pandemia exhibe lo escondido. La disparidad educativa que sentencia a la inmovilidad social a millones de seres humanos que podrían —ni modo— aspirar a ser, no sólo a tener, una mejor versión de sí mismos a través de la escuela.

El impacto en la educación es global, pero la dimensión nacional será mayor. Las taras de un sistema anquilosado, ideologizado, torpedeado por el sindicalismo, por la marginación y por políticas públicas sexenales, pasan factura. La estadística tardará en reprobarnos. Serán generaciones futuras las que nos enseñen cuánto realmente nos costó la retórica pandémica.