Carlos Urdiales

¿No te preocupes Hugo?

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El experimentado abogado Javier Coello Trejo acusa de homicidio en grado de comisión por omisión al doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del Gobierno federal.  

La denuncia fue presentada el 25 de noviembre de 2020. El 15 de diciembre fue rechazada en primera instancia al considerar que los hechos denunciados no eran constitutivos de delito. Se promovió un amparo que tampoco prosperó y después en una revisión colegiada en diciembre del año pasado avanzó.

Un juez de control federal ordenó al Ministerio Público (FGR) indagar la conducta del servidor público. Para el llamado rockstar de la Cuarta Transformación esta ofensiva encabezada por Coello Trejo marca el principio de algo inimaginable, pero no imposible en razón de las deferencias que recibe del Presidente López Obrador; ser juzgado por la justicia por su indebido ejercicio del encargo.

El largo anecdotario de desplantes y dislates del doctor López-Gatell toman forma de expediente penal.

Su perorata sanitaria, sus erradas estimaciones sobre muertes, seis mil, ocho mil, treinta mil, sesenta mil, en un escenario catastrófico —es decir, con una ínfima probabilidad de ocurrencia—, afirmar públicamente que no había evidencia de la utilidad sanitaria del cubrebocas, afirmar que el Presidente López Obrador no era una fuerza de contagio, sino una fuerza moral, informar que la Covid-19 no era mucho más que una gripe, que la influenza estacional mataba más, trivializar como responsable de la política pública del gobierno nacional las medidas de seguridad que la OMS y otras naciones estimaban pertinentes; el ocultamiento de razones para no medir contagios, manipular las comparaciones de letalidad con otras naciones, aparecer en público contagiado y sin protección, irse de vacaciones cuando la primera ola estaba en su cresta, la suma de sus ligerezas y la inconsistencia de su comunicación, podrán pasarle la factura que merece.

Javier Coello Trejo tiene dos expedientes en sus manos, el de la muerte del padre de un abogado que trabaja para él, Felipe del Carmen Jiménez Pérez y el del esposo de una viuda que también colabora en su despacho, Eber Álvarez Zavala.

Acción colectiva. ¿Recuerda la historia de Erin Brockovich que popularizó la película con Julia Roberts en el año 2000?

“Activista medioambientalista conocida por la demanda realizada en 1993 contra la empresa Pacific Gas and Electric Company de California, Estados Unidos. Empleada en un pequeño despacho de abogados, intrigada por la coincidencia de informes de indemnización inmobiliaria con solicitudes de atención médica de las mismas personas, investigó y encontró una probable contaminación del agua potable por cromo hexavalente.” Ganó la demanda. Y luego varias más con indemnizaciones multimillonarias.

¿Cuántos casos de fallecimientos por Covid-19 en México pueden atribuirse a la desinformación oficial de López-Gatell, a su negligencia en el servicio público, a la comunicación social planeada desde la intención política no de la máxima publicidad con puntualidad, veracidad, objetividad y servicio?

¿Cuántas familias estarán dispuestas a demandar al subsecretario López-Gatell como lo han hecho los representados por Javier Coello Trejo, documentando cómo la falta de información, directriz y capacidad de atención pública, influyó en la muerte de sus familiares? Quizá más de dos.

López-Gatell, según determinó el juez de Control Federal Especializado, Ganther Alejandro Villar Ceballos, debe ser indagado por “su falta de deber de cuidado, negligencia y el debido ejercicio de su función pública” en la atención de víctimas del coronavirus SARS-CoV2. Esa desatención, según la resolución del juzgador tuvo “como resultado material, la muerte de miles de mexicanos”.

Porfirio Muñoz Ledo

Factótum en los procesos democráticos de México desde hace medio siglo, fue notificado por el secretario de Gobernación desde octubre de su inminente designación como embajador ante pueblo y gobierno cubanos.

Cuatro meses después, nada. AMLO no sabe al respecto. El canciller guarda silencio. Hombre de Estado que ha sido de todo menos Presidente. Mente de luces como pocas en el servicio público. Hombre de humanas pasiones.

El contraste entre el no-nombramiento de Porfirio Muñoz Ledo, voz profunda de la Cuarta Transformación crítico cuando a su juicio el silencio significa traición abyecta, y las propuestas diplomáticas que ahora son materia de debate en el PRI, en Panamá o en España es alto. Y revelador.