Carlos Urdiales

El rebrote que no es rebrote ¿o sí?

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
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Rebrote, repunte, alza, baja, aplanamiento, meseta… indicadores de muerte en la pandemia de Covid-19, motivo de contradicciones y correcciones entre el Presidente López Obrador y sus alfiles del sector Salud.

No hay rebrote, nos dice la especialista Laurie Ann Ximénez-Fyvie, directora del laboratorio de genética molecular de la UNAM, porque no ha ocurrido un descenso en la curva epidemiológica.

México, afirma la científica, apostó a la estrategia equivocada ante la pandemia de Covid-19 y detalla en un manuscrito de acceso público: Existe diferencia entre fracaso y fiasco. Fracaso es la ausencia de éxito. Fiasco es un desastre de proporciones míticas.

La pandemia de Covid-19 continúa expandiéndose por el mundo con estelas de sufrimiento y devastación económica. Su impacto en la sociedad y círculos de poder político y económico es cada día más patente.

La mayoría de los jefes de Estado y autoridades sanitarias tropiezan intentando enmendar los errores cometidos al inicio de la pandemia. Otros agachan la cabeza y se rinden sin haber emprendido, en realidad, la lucha para contener la catástrofe. Ofrecen en sacrificio la vida de una parte del pueblo al que representan.

Pocos emprendieron a tiempo y con eficacia acciones de contención para esquivar los efectos negativos más adversos de la pandemia. En este grupo están Vietnam, Taiwán y Nueva Zelanda. La visión y valor de los líderes de esos países se reflejan en el bajo número de muertes y un panorama alentador de recuperación social y económica expedita.

En México, la displicencia de la inacción y el discurso condescendiente revelan resignación ante un curso de acontecimientos que, si bien no eran inevitables, sí eran predecibles, tanto por modelos matemáticos como por experiencias en otros países.

Muchas acciones y declaraciones de López-Gatell han llegado a ser incluso perjudiciales para la contención de los contagios. La lista es larga, pero tres han sido especialmente perniciosas: 1) la continua descalificación de medidas preventivas simples pero efectivas, como el uso de cubrebocas, 2) la reiterada desinformación al sugerir que los portadores asintomáticos del virus no pueden contagiar a otros y 3) su insistencia en que la realización de pruebas diagnósticas masivas no tiene utilidad.

Si el objetivo de las autoridades es “aplanar la curva” para evitar la saturación de los hospitales y reducir el número de defunciones, parece inexplicable que sus propias acciones sean contraproducentes al objetivo de reducir ritmo y número de contagios.

En abril, al ser cuestionado sobre la posibilidad de cambiar la estrategia, López-Gatell fue tajante: “No necesitamos cambiar la estrategia… esta estrategia la definimos en enero y es para toda la epidemia”. Su declaración explica por qué se hace tan poco para mejorar la calidad de los datos.

Y los datos confunden. Más de 87 mil muertos y contando, pero existen 14 mil decesos asociados al Covid-19. Entonces la cifra oficial ascendería a 101 mil fallecimientos. Oficiales. Para la doctora Ximénez-Fyvie, ese acumulado fúnebre pude ser apenas la mitad de la realidad.