Carlos Urdiales

Los trucos de la revocación de mandato

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Secuelas de una estrategia jurídica impulsiva, reactiva de un Congreso de mayoría desarticulada, escasa de luces constitucionales; por fin la Ley Federal para la Revocación de Mandato avanzó en el Senado. Viaja a la Cámara de Diputados en donde el crecido bloque opositor alterará consensos. 

Por partes. La amenaza de judicializar la reglamentación de la próxima consulta popular surtió efecto. Por eso se modificó la pregunta. Se trata de someterse a la revocación del mandato, no de ser aclamado a mitad del camino. Postergar por nimiedades técnico-legales el ejercicio habría dilapidado un caro calendario bien estructurado.

La consulta, con su nueva y mejorada pregunta “¿Estás de acuerdo en que a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?” y sus dos posibles respuestas, “Sí, que se le revoque el mandato” o “No, que continúe al frente del Poder Ejecutivo” será en los días finales de marzo. Sí o sí.

Porque si no hay más imprevistos que puedan fundirse con retórica —la seguridad aeronáutica degradada por Estados Unidos no será impedimento—, a finales de febrero o principios de marzo el Presidente López Obrador va a aterrizar a bordo de un avión militar en una flamante pista del aeródromo General Felipe Ángeles —Santa Lucía para la eternidad—.

Administrando efecto e impacto, días después, pero siempre antes de la cita con las urnas y las preguntas, inaugurará oficialmente una de las magnas obras de su administración y promesa de campaña. Terminal aérea austera, funcional, digna y ojalá para entonces, conectada por tierra con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Con ese despegue de imagen y popularidad, el instrumento de democracia participativa le vendrá, como anillo al dedo. Por eso, salvar el calendario era fundamental. Por eso, la pregunta propuesta originalmente rechinaba de burda, fue un monolito lanzado para ser esculpido, para limar estridencias. Misión cumplida.

Ya con pregunta digerible que mantiene dosis de inducción, la forma para la consulta camina. Subsisten finos trucos. Aún con la nueva formulación aprobada queda la duda, ¿pérdida de confianza? No es una moción parlamentaria. No somos así, como los escandinavos.

Entonces la pregunta en apego al espíritu de sometimiento al pueblo diría algo así, ¿por los resultados del actual Gobierno federal… quiere revocar el mandato de…? ¿O no?

Hay más detalles. El Presidente López Obrador no podrá hacer campaña. ¿Pero acaso alguien pude limitar su libertad de expresión o acallar su voz ciudadana no de mandatario?

Los partidos políticos se encargarán de animar la fiesta —democrática—, pero sin ocupar dinero de sus prerrogativas. Será entonces con diezmos como los expuestos y castigados por el INE y que la entonces alcaldesa de Texcoco, Delfina Gómez, hoy secretaria de Educación Pública impuso, ¿qué se financiará la mercadotecnia? Es consulta.

Para que ésta nazca se requiere que tres millones de ciudadanos la soliciten a través de un formato por definir y que el INE deberá poner al alcance, en al menos, la mitad del país. Tres millones de rúbricas de sólo tres o cuatro bastiones clientelares serán insuficientes; se exige cobertura. ¿Cómo, cuándo y con qué recursos el vilipendiado INE hará lo necesario?

Sin regateo, la aprobación de la primera parte de esta Ley reglamentaria en el Senado fue un triunfo de la política en su acepción más sustantiva. Tuvieron que negociar, ceder y consensuar. Nadie aplastó a nadie. Nadie ganó todo y tampoco nadie perdió todo. Sin contrapesos esto no habría ocurrido. Algo semejante debe orquestarse para que los diputados avalen el trabajo de los senadores.

Acaso el truco supremo de la consulta es que la incita su protagonista, no sus antagonistas. ¿Por qué? La respuesta requiere de otra pregunta. ¿Quién organiza una consulta para perderla?

La popularidad de AMLO es un activo bien logrado, por empatía y talento sabe que nada ni nadie puede rebasarlo en su entrega y sencillez, en su discurso de todos los días que le dice al pueblo, “yo, estoy contigo”. Eso pesa y paga. Hace décadas que nadie podía presumir algo tan simple, poderoso y justo.