Carlos Urdiales

La vacuna de Segob y la nieve de Morena

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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A la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, le faltó contundencia y eficacia para inocularnos en contra de la violencia electoral, física, verbal e institucional que ensombrece la senda rumbo al 6 de junio.

Reto de gobernanza sin antecedentes cuando desde el poder, a través del partido mayoritario —circunstancia que mantendrá aún en su peor escenario—, se erosiona el prestigio del árbitro electoral.

Las discrepancias del gobierno con un par de los once consejeros del INE afloran en perjuicio de la certidumbre popular. Su voz no es cualquiera y sus señalamientos pueden minan el valor supremo de la democracia: la credibilidad de las votaciones.

Las pruebas de los dichos se relevan por estaturas morales presumidas o reconocidas, mas no con sentencias o registros formales.

La informalidad se apodera de la cosa pública; cada actor redacta su versión de la realidad en función de su interés, ambición o distracción. Lances retóricos que rayan en la sinrazón.

Es cuando que la responsable de la gobernabilidad del País redactó un pálido tuit llamando a la cordura, a echar mano de las mejores herramientas de la política que, paradójicamente, se encogieron cuando más legitimidad dieron las urnas.

Falta un mes y tres semanas para la elección donde podremos participar 93.9 millones de ciudadanos registrados, en disputa hay 500 diputaciones federales, mil 63 locales, 15 gubernaturas y mil 923 autoridades municipales. Un millón 400 mil mexicanas y mexicanos serán funcionarios de casilla.

La cultura de la legalidad es una aspiración ética nacional que no debe supeditarse a ninguna coyuntura. Nunca como hoy, la transformación requiere rigor legal. Ser diferentes no basta, asumirse mejores tampoco. Vivir con reglas de convivencia democrática no tolera atajos ni chascarrillos, tampoco bravatas ni enconos.

Hoy el INE determinará lo que el Tribunal del Poder Judicial de la Federación le ordenó revisar y resolver. Los ganadores y los perdedores deberán ceñirse a los causes correspondientes. Que jugadores amaguen con bloquear el campo de juego si el fallo no les beneficia, es sinónimo de caos.

En el imaginario colectivo la noción de que en competencia electoral coexisten victoria y derrota, o de lo contrario no existe contienda, debe penetrar no repelerse.

A los consejeros electorales la presión los ubica en que su mandato es la legalidad. No la sensibilidad política, no la interpretación subjetiva.

Es como si a las Chivas Rayadas del Guadalajara ningún nazareno pudiera pitarles una falta, amonestarlos o expulsarlos porque son el equipo más popular de México.

O que se hicieran consultas a mano alzada entre el público en el estadio para saber si el de negro, debe o no marcar un fuera de lugar. Y ahora, escuchamos al director técnico del Rebaño pedir que la tripleta arbitral desaparezca porque su equipo y su porra, merecen ser los jueces del encuentro. ¿Y su nieve?