Carlos Urdiales

La violencia vota

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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La sangre incide en la democracia, con sangre los votos entran. O salen. La violencia dirigida a candidatas y candidatos, a activistas políticos; los homicidios, atentados y amenazas vulneran el voto libre. Alteran la construcción institucional. Imponen miedo y acallan el debate. La cosa pública se aísla, empobrece, aleja.

Para la consultora Integralia, la violencia política se enmarca “en el contexto general de violencia homicida e inseguridad que aqueja al país. Buena parte de los incidentes los llevan a cabo miembros del crimen organizado que buscan coludirse o controlar a gobiernos locales para dominar mercados ilícitos (por ejemplo, huachicoleo, tráfico de drogas, extorsión, etcétera)”.

“La violencia política se refuerza por los altos niveles de descoordinación que existen entre agencias de seguridad y niveles de gobierno, que dejan vulnerables a autoridades y actores políticos frente al crimen organizado, así como por los altos niveles de impunidad”.

Descoordinación institucional, incompatibilidad de objetivos e intereses; aunque usted no lo crea y los políticos lo reconozcan.

Integralia de Luis Carlos Ugalde destaca que el mayor porcentaje de estos incidentes se ha registrado en municipios de menos de 100 mil habitantes, alejados de los centros urbanos y con poca presencia de fuerzas federales. Por entidades, las más peligrosas para hacer política son Oaxaca, Veracruz y Michoacán.

El fin de semana en Morelia fue atacada la camioneta en la que habitualmente viaja el candidato del PRI a la presidencia municipal de la capital michoacana. Guillermo Valencia salvó la vida circunstancialmente, no iba en el vehículo. Su hermano y una colaboradora resultaron heridos. El candidato a gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, no confía en aquello del “pueblo cuida”; avisa que por lo pronto no acudirá a eventos sin garantías de seguridad mínima.

Y hace bien. Se ha comentado lo irresponsable que resulta exponerse de manera irracional, cuando un atentado vital cobra dimensión política, cuando rebasa el ámbito de lo personal.

Ayer en Puebla, el candidato de Morena a la reelección en Palmar de Bravo fue secuestrado y liberado. El gobernador Miguel Barbosa ofreció apoyo. Y retórica.

La violencia vota. La inseguridad y el miedo que ésta produce impacta en el desarrollo democrático del país. Un lastre que cargamos desde hace al menos 15 años. Bandera empleada por todos y todas para denostar y para encantar, para condenar e ilusionar. Pero los muertos siguen aquí, a diario, por decenas.

La Organización de Estados Americanos (OEA) enviará observadores a la jornada del domingo 6 de junio. Más allá de las incidencias propias de toda jornada electoral, el organismo multilateral puede poner contexto amplio a la correlación local entre participación —que rondará el histórico 50 por ciento— y los resultados, así como la anémica politización —que no polarización— popular.

A la 4T la opinión ajena disgusta. Está llena de resortes que se activan para reprochar injerencia, para recriminar sus dudas sobre, donde estaban antes de 2018. La estrategia para serenar la República ayuna de frutos prometidos. La violencia pervive. Y vota.