La antefirma de Dios

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La Ciudad de México amaneció dividida por el trazo de dos colores: el azul celeste y el amarillo crema. Ya en los autobuses, en el metro y en tráfico de esta loca urbe, ya la gente marca su territorio con la camiseta de sus amores o las clásicas banderas. Y no es para menos, ya los ventarrones de anoche y los árboles que cayeron en algunas calles de la capital del país, fueron el preludio de lo que será una batalla épica y que dará inicio esta noche en la cancha del Estadio Azul y el próximo domingo en un pletórico Estadio Azteca.

Cruz Azul tiene ante sí la misión de enterrar todos los fantasmas y traumas del pasado. Durante toda la semana se ha hecho eco en las coincidencias que ya sucedieron en el 2013 ante el mismo rival y en los mismos días del año. Aquella noche es recordada por toda la afición azul como la más dolorosa e inaudita final que puedan recordar. Para muchos aficionados de La Máquina sigue siendo como una pesadilla borrosa, en la que cuesta encontrar en la razón cómo fue que Cruz Azul dejo ir o permitió que el América le robara aquella estrella de su escudo.

Hoy las sensaciones son diferentes. Desde la tarde ante Pumas, en la que pude estar presente en el inmueble de la colonia Noche Buena, una comunión y energía de la afición del Cruz Azul como nunca la había presenciado. Regresar al Azul fue como regresar a casa y volver a enfrentar al América en este regreso melancólico parece también una señal del destino para sanar esa vieja herida.

Acepto y reconozco que Martín Anselmi me cerró a mí y a varios la boca, aquellos que nos fuimos con ese regate de que Iván Alonso había traído a un entrenador más que sólo se iba a aprovechar de la inocencia del Cruz Azul. Hoy todo el crédito a un equipo que jugó muy bien durante la mayor parte del torneo y que le valió ser segundo general. Durante la presente Liguilla ha tenido baches en los que el equipo ha quedado noqueado, con Pumas unos 15 minutos del segundo tiempo en la vuelta y contra Monterrey también se rozó la tragedia. Pero hay que aprender a sufrir para poder ser campeón y que mejor titulación que ante el odiado rival.

Porque el América nació para hacer sufrir a sus rivales hasta el último maldito segundo de cada partido. Su rival de hoy es testigo de que lo imposible no existe cuando el equipo de Coapa aun tenga tiempo en el reloj. Así que a pesar de que pareciera que el actual campeón del futbol mexicano llega disminuido a esta instancia, es cuando más peligroso puede ser. André Jardine también ha aprendido a llegar al límite con sus Águilas, sobrevivió a su coco Pachuca y elimino a su acérrimo rival en semifinales. Una Liguilla que podría ser perfecta para el americanismo coronando la final ante Cruz Azul y obteniendo su primer bicampeonato en la era de torneos cortos.

Podemos creer que ha sido la casualidad lo que ha reunido nuevamente a estos dos equipos, en un momento que parece una repetición del destino, pero no olvidemos que el azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar los documentos o cuando se trata de definir a un campeón en el futbol mexicano en un quinto episodio.