Caer de pie

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Una vez más, el cuento de la Cenicienta en el futbol, no tuvo un final feliz. El Mallorca de Javier Aguirre se ganó el corazón de media España, pero por segunda ocasión, se quedó en la orilla de ganar la Copa del Rey. “Que lloren en el regazo de la familia, que se liberen un poco, que se tomen un par de cervezas. Porque la derrota duele, pero los quiero bien, tenemos cuatro días para preparar el juego contra el Real Madrid porque nuestra posición en LaLiga así lo exige”, dijo el Vasco.

Envidia de la buena atestiguar una final de Copa, con el ambiente, entusiasmo y sufrimiento en las gradas como si se tratase de una final de Champions League. Esta competencia, aunque es la “menos importante” para los poderosos en España, una vez en la final, se vuelve tan codiciada por la historia y tradición del torneo. Y para clubes como el Mallorca y el Athletic de Bilbao, ganarla lo era todo para sus aficionados, sólo basta mirar las lágrimas de los derrotados y el llanto de los ganadores, que tuvieron que esperar 40 años para volver a levantar un trofeo que significa mucho para el club vasco.

La trascendencia de jugar otra final de Copa del Rey revivió el debate de las últimas dos décadas en las que se pone sobre la mesa si Javier Aguirre es el mejor entrenador mexicano de todos los tiempos. En la opinión de muchos periodistas deportivos y analistas, Aguirre es para ellos, sin duda alguna, el mejor. El argumento principal, que el Vasco es el único entrenador mexicano que logró una carrera estable y con pinceladas como las dos finales de Copa y el regreso del Atlético de Madrid a Europa.

Curiosamente, desde el punto de vista de la afición mexicana, cuando se discute sobre Javier Aguirre, lo primero que viene a la mente son las dos eliminaciones en mundiales ante Argentina en 2010 y principalmente la derrota ante Estados Unidos en 2002, considerada por unanimidad, la más dolorosa para México en la historia de los mundiales. Por dichas derrotas, Aguirre es tachado como un entrenador mediocre, que sólo pudo ganar un título en el futbol mexicano con el Pachuca y que jamás ganó algo importante en su carrera en Europa y que sólo aspira a equipos de medio pelo.

Un fenómeno similar con Hugo Sánchez al que también se le recrimina el no haber trascendido con la camiseta de México al mismo nivel que lo hizo con el Real Madrid. Lo gracioso es que a diferencia de entrenadores como Gerardo Martino o Juan Carlos Osorio que gozaron de cuatro años para preparar a México para el mundial, Javier Aguirre llegó en ambas ocasiones como bombero, a rescatar un barco que se hundía por la misma historia.

Tal vez bajo una mirada deportiva Aguirre no sea el mejor, o las estadísticas finalmente no respaldan el éxito que demanda el deporte; pero desde otro ángulo, Javier Aguirre es hasta el momento el único entrenador mexicano que su ambición y su mentalidad le han permitido forjar una carrera durante muchos años en el futbol español, en una liga de altísima presión y considerada desde hace tiempo como top 3 en Europa.