David E. León Romero

En busca de agua

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La crisis que en materia de agua enfrenta nuestro país no es nueva y no es exclusiva de cierto territorio. La gestión del agua en México, aunque existen buenas prácticas y ejemplos positivos a replicar, ha sido deficiente. Por años hemos intentado incrementar el abasto en lugar de regular el uso y consumo.

En ciertas zonas, hemos obstaculizado la recarga del acuífero, y prácticamente en todo el territorio mexicano el saneamiento ha sido una tarea pendiente, es decir, no hemos logrado alcanzar los estándares adecuados que reflejan eficiencia para limpiar el agua que ya utilizamos y poderla reutilizar o reciclar de manera segura.

Sin embargo, no sólo la gestión del agua revela áreas de oportunidad. Existen una serie de elementos relacionados con el agua que requieren urgente atención y que podrían atenuar o agravar la situación de manera importante, uno de ellos, el estado que guarda la superficie forestal en nuestro país, es decir, nuestros bosques. Los bosques mexicanos están bajo amenaza y de su salud depende la viabilidad de nuestras fuentes de abasto. Son ellos fábricas de agua que nos proveen de un porcentaje muy importante del líquido que disfrutamos. Estas superficies influyen en su calidad y cantidad, además de que evitan el deterioro del suelo y la desertificación, regulando también el flujo que existe entre las aguas superficiales y las subterráneas.

Y sí, somos un país megadiverso, poseedor de gran riqueza caracterizada por más del 70 por ciento de nuestro territorio cubierto por algún tipo de vegetación forestal, que para su preservación demanda un gran compromiso. Cifras recientes demuestran que hemos perdido cerca de 800 mil hectáreas de bosques primarios en los últimos 20 años, lo que representa cerca de 5 veces la superficie de la Ciudad de México.

La deforestación es un problema en diversas zonas boscosas de nuestro país que resulta fundamental abatir y detener. En paralelo, debemos fortalecer todos aquellos programas que realmente promuevan el cuidado de nuestros bosques y la reforestación de aquellas zonas que hoy se encuentran impactadas.

Hoy que nuestras presas se encuentran en niveles bajos, que nuestros cuerpos de agua se ven completamente secos, donde los cauces de ríos y fondos de lagos se han convertido en zonas de pastoreo, debemos girar la mirada a nuestros bosques y la realidad que viven. Si perdemos nuestros bosques y selvas, perderemos sus servicios ambientales, uno de ellos, la protección de las fuentes de abasto de agua de las que todos dependen.

Hoy que las presas del Sistema Cutzamala, una de las fuentes de abasto más importantes de la capital de nuestro país, presentan sus niveles más bajos, debemos voltear a ver la salud de los bosques del Estado de México y de Michoacán, integrantes de la cuenca que lo abastece.

Si buscamos una solución profunda a la crisis del agua en nuestro país, deberemos considerar a nuestros bosques como parte fundamental de ella. Terminar con la deforestación y emprender estrategias ambiciosas en materia de reforestación atenuarán la crisis.