Eduardo Nateras

Caminito de la escuela

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El plazo fatal finalmente ha llegado y, tal y como lo auguró López Obrador, nada impidió el retorno presencial a clases, por lo que el inicio del nuevo ciclo escolar —el lunes próximo— marcará el regreso a las aulas de estudiantes de educación preescolar, básica y media, tras año y medio de haberse suspendido por motivo de la pandemia.

Han sido largas semanas de dimes y diretes, y mucha polémica en torno a la decisión de volver a los salones, la cual parece que fue tomada ni bien terminó el ciclo pasado, aparentemente ya sin reparo alguno en la evolución de la pandemia ni del semáforo epidemiológico —que, a estas alturas del partido, ya queda muy poco claro qué función cumple, si ni la misma autoridad lo utiliza de referente para la toma de decisiones.

Así, de conformidad con lo anunciado por las autoridades federales, millones de estudiantes, en todo el territorio nacional, regresarán presencialmente a las escuelas de manera voluntaria y escalonada, por lo que será necesario mantener un esquema híbrido de actividades que permita atender tanto a quienes asistan a los colegios como a quienes permanezcan en casa.

No cabe duda que hay una gran urgencia por retomar clases presenciales. Desde el punto de vista del rezago educativo y la deserción escolar, que ha provocado el modelo a distancia, volver resulta imperativo. De igual manera, para muchas familias también ya implica una cuestión de salud mental, que permita mejorar la convivencia familiar y fomentar una formación más integral de las y los estudiantes.

Sin embargo, las condiciones sanitarias simplemente aún no son las adecuadas. La principal característica de la variante Delta del Covid es su alto grado de contagio, aún entre personas ya vacunadas. Lo que es más, el retorno presencial se dará con un tercio de las entidades del país en riesgo alto (17) o máximo (7) de contagio, y con Chiapas como el único estado en semáforo verde.

Así, si bien la decisión de regresar viene desde lo más alto, la manera en que será implementada no es homogénea, pues hay aún muchas resistencias en torno a ella por parte de docentes, madres y padres de familia, grupos sindicales e, incluso, de las propias autoridades estatales.

En Michoacán, por ejemplo, mantendrán el esquema de educación completamente a distancia por algunas semanas más. En Ciudad de México, por el contrario, sí retornarán a las aulas y, en caso de contagios, no cerrarán planteles, sino que harán una intervención selectiva en los grupos en donde se den los casos.

Adicionalmente, madres y padres de familia jugarán un papel primordial para lograr el regreso, pues, en muchos casos, les fue trasladada buena parte de la responsabilidad de poner los planteles en forma, tras meses en literal abandono y de llevar a cabo el proceso de limpieza y desinfección, pues simplemente no hay recursos suficientes para que la propia autoridad se haga cargo.

En un escenario drásticamente diferente al de hace más de 17 meses, en que se suspendieron actividades, el lunes entrante estudiantes y docentes, finalmente, habrán de reencontrarse. Ojalá que el resultado pueda ser satisfactorio.