Eduardo Nateras

Reforma: (des)lealtades partidistas

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En la teoría, una de las principales características de los partidos políticos es funcionar como un atajo informativo para la ciudadanía, respecto a la postura que asumirán sus integrantes ante la discusión de ciertos temas. Pero la realidad suele presentar situaciones muy distintas y, para muestra, un botón.

La discusión en el Senado, el martes pasado, en torno a la aprobación de la propuesta de reforma para extender hasta 2028 las labores de seguridad pública de las Fuerzas Armadas, puso de manifiesto, que hasta las más fuertes lealtades políticas, no son inquebrantables, y que su solidez depende de la moneda de cambio que esté en juego.

Por lo que respecta al partido tricolor, la votación en el Senado puso en evidencia que, además de perder la preferencia de la ciudadanía, el PRI también perdió una de las principales prácticas que, por años, caracterizó a las y los tricolores: la disciplina y cohesión partidista. El coordinador tricolor en el Senado, sólo obtuvo dos votos de su bancada -adicionales al suyo-, para ir en contra de la reforma constitucional.

Lo que, es más, la propuesta legislativa -curiosamente- fue impulsada por el propio dirigente priista caído en desgracia. Pero -también curiosamente- la propuesta vino justo cuando más frentes en su contra se abrían, que comenzaban a adquirir carácter penal. Pero, en cuanto impulsó la reforma, mágicamente pararon los embates legales y la filtración de audios por parte de quien parecía ser su enemiga número uno, la gobernadora de Campeche.

Por otro lado, la discusión y -posterior- aprobación de la propuesta legislativa, también evidenció la promiscuidad ideológica entre perredistas, con dos de tres votos de sus integrantes a favor del cambio constitucional -incluido el de su propio coordinador en el Senado, quien se desdijo de lo que horas antes había sostenido y, de última hora, reajustó su lealtad.

Así, el partido gobernante, de manera dramática y ajustada, logró conquistar los corazones suficientes, hacerse de nuevas lealtades y obtener la mayoría calificada necesaria de dos terceras partes del Senado, para aprobar la propuesta, misma que deberá volver a la Cámara baja para su aprobación final.

Con ello, Morena logró carambola de tres bandas, pues de una sola jugada consiguió aprobar una reforma emanada de otro partido -guiño, guiño-, que va en completa concordancia con la política del propio Presidente de dotar de variopintas atribuciones y funciones a las Fuerzas Armadas y, de paso, desarticuló la -ya de por sí endeble- alianza electoral opositora, que -aunque sin liderazgos sólidos- representaba la única alternativa que medianamente podía disputarle la Presidencia de la República en las próximas elecciones.

Por lo que respecta a Morena, el mero mero de la plaza ya tiene un buen rato que anunció quiénes son la y los alternantes de cara al corridón del 2024, con la única salvedad de que (le) queda por definir quién encabezará el cartel. A ver cómo resultan las lealtades, pero -sin duda- la encerrona estará de alarido.

Y de lo aprobado en el Senado, ya mejor ni hablamos…