Rumbo al primer debate

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El próximo domingo, en punto de las 20:00 hrs., se llevará a cabo el primer debate entre las candidatas a la Presidencia, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, y el candidato Jorge Álvarez Máynez, en lo que podría considerarse un primer corte de lo que llevamos de estas larguísimas campañas.

Se trata de uno de los momentos más difíciles para las candidaturas a lo largo de toda la campaña y, en principio, de prácticamente el único espacio en el que se reúnen cara a cara para confrontar ideas y responder a cuestionamientos y señalamientos de sus adversarios e, incluso, del electorado mismo —que en los más recientes formatos de debate ha tenido posibilidad de proponer preguntas o temáticas.

El ejercicio también funciona como una de las pocas posibilidades que tiene el amplio espectador de escuchar las respuestas a botepronto de las candidaturas —si deciden no nadar de muertito— ante preguntas incómodas que puedan ponerles en aprietos, y que dejan de manifiesto su agilidad mental y capacidad de réplica —lo que no suele conocerse en los actos proselitistas cotidianos, donde muchas veces el público y las condiciones están suficientemente bajo control.

Sin embargo, a pesar de la relevancia de los debates para el electorado, no deja de ser un espacio brevísimo para analizar suficientemente a las personas contendientes, en el que buena parte del éxito depende del formato y reglas que se establezcan, donde siempre será preferible para el electorado la mayor flexibilidad posible para que las candidatas y candidato intervengan, respondan y, hasta, interrumpan. De otra forma se vuelve en un episodio monótono, acartonado y aburrido y, sin duda, de muy poca utilidad para tomar una decisión de voto o, más importante aún, para modificarla.

Por lo que respecta a las candidaturas, si por Claudia fuera, preferiría no presentarse al debate —alternativa legalmente inviable y, seguramente, ya ni siquiera considerada, tras la amarga lección de cuando su actual jefe decidió no acudir a su respectiva cita en 2006, lo que le costó la elección. Dicho esto, su estrategia deberá ser evitar cualquier confrontación con la otra candidata y apegarse al guion que le preparen, sin hacer mayor caso a cualquier señalamiento o cuestionamiento incómodo.

En cuanto a Xóchitl, se trata de las pocas oportunidades para acortar las amplias brechas que aún la separan de la candidata oficialista, para lo cual deberá poner sobre la mesa —con mucha agilidad e inteligencia— cuestionamientos suficientemente relevantes para arrinconarla, obligarla a responder y, con suerte, lograr evidenciar sus deficiencias.

Mientras que Álvarez Máynez tiene una sola labor: lograr que el electorado medianamente lo identifique de aquí al día de la jornada electoral —para que no vuelva a sucederle el episodio de entrar a un estadio repleto de aficionados y poder llegar hasta su butaca sin aglomeraciones y sin que nadie se moleste en pedirle una foto.

Listas las palomitas para el domingo, pues, sea como sea, constituirá el primer corte de caja para candidaturas y electorado.