Operación cicatriz

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Si usted no entiende qué es lo que ha pasado con el Tren Maya y por qué desde su planeación ha sufrido tantos cambios, aquí le cuento lo que me han platicado mis fuentes en los pasillos de Palacio Nacional, justo donde despacha el Presidente López Obrador.

El retraso de cinco meses en la construcción del Tren Maya derivó en los más recientes cambios en el gabinete presidencial. Los enroques en la Secretaría de Bienestar y el Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur) obedecen a la intención de agilizar los trabajos, de cara a 2023, cuando se prevé entregar la obra.

Y no, no fue un castigo al extitular de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, quien desde luego no se quedó sin chamba, pues apenas dejó el cargo y de inmediato se mudó a la oficina de la subsecretaría de Transportes de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.

De perfil más técnico, me cuentan que don Roger, prácticamente dejó tendidas las vías para el tren. En su informe de noviembre pasado, aseguró que la obra emblemática del sureste del país tenía un retraso de al menos cinco meses, debido a fallas geológicas y a la burocracia existente en dependencias como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. En este mismo espacio, documentamos que se ha presionado para aprobar estudios de impacto ambiental.

Sólo que en su informe, al extitular de Fonatur se le olvidó mencionar algo muy importante: la operación política con grupos que se oponen rotundamente a la megaobra.

Casi al mismo tiempo que Jiménez Pons informó del retraso en el proyecto, López Obrador dio un manotazo en la mesa y blindó con la etiqueta de “seguridad nacional” a ésta y a varias obras más.

Tras el decretazo y los cambios en Fonatur, ahora sí, para el Gobierno federal, viene la etapa de la operación política, es decir, la operación cicatriz. Ahí es donde entra el paisano del Presidente, Javier May Rodríguez, alguien de perfil no tan técnico y más parecido al del inquilino de Palacio.

Le tocará al tabasqueño, senador con licencia de ese estado, diputado y dos veces presidente municipal de Comalcalco, la tarea nada sencilla —y que Jiménez Pons dejó a un lado— de resolver las demandas de pueblos originarios. May no es un experto en construcción ni en infraestructura, pero, ojo con esto, sí es un especialista en el manejo de los programas sociales de la llamada 4T.

Para ser claros, quien llegó a Fonatur es quien era encargado de operar los apoyos para los adultos mayores, para las personas con discapacidad, para las madres y padres trabajadores, así como para los estudiantes y los pueblos indígenas. Es decir, para el grupo que más se ha opuesto a la construcción. ¡Oh lá lá… chulada! Ya le conté cómo está la cosa, ahora le toca a usted sacar sus propias conclusiones.