Los relámpagos de Agosto

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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México inició agosto en medio de truenos de metralletas, estallidos de automóviles y bloqueos narcoterrorísticos. Entre relámpagos. Cientos de soldados de cuerpos de élite han sido desplegados en al menos cuatro entidades del país.

Esto luego de que en Baja California las imágenes de varias docenas de vehículos y carreteras bloqueadas se hacían virales en redes sociales. Los hechos ocurrieron casi de manera coordinada en avenidas de Tijuana, Mexicali, Rosarito, Tecate y Ensenada. Lo que le cuento es de apenas el fin de semana que terminó.

En Jalisco, los bloqueos, la quema de comercios y los enfrentamientos ocurridos de hace ocho días, tras el operativo federal en Ixtlahuacán del Río, dejaron dos hombres y una mujer sin vida. El terror se extendió hasta Zapopan.

Guanajuato no se quedó atrás. En Celaya, Irapuato, Silao, Salamanca, León y Guanajuato capital, detonaron bombas molotov y causaron incendios en establecimientos, tiendas, gasolineras y vehículos del transporte público. Estos hechos “son derivados de lo ocurrido en Jalisco” dijeron las autoridades —¿hay autoridades?—.

En Chihuahua ni qué decir. La entidad vivió una ola de violencia muy similar que dejó como saldo, en una sola jornada, 14 personas muertas. Sin contar las que a diario se suman a esa fatídica lista.

Lo peor, esta escalada de violencia, narcoviolencia o narcoterrorismo —como le dicen algunos especialistas— es distinta a la de otros sexenios. Hoy la intención es tocar a los civiles, dañarlos, matarlos.

Ésa es una guerra. Una que el Gobierno ha atribuido a las “acciones” en contra de algunos cárteles de la delincuencia organizada.

Pero hay otra guerra, un enfrentamiento que, mientras el país se consume, los políticos hasta disfrutan.

Los partidos opositores en el Congreso, que se niegan a legislar cualquier suspiro que venga de Palacio Nacional y que ha cancelado cualquier tipo de diálogo con el partido oficialista —que dicho sea de paso es un auténtico cochinero—. Eso es lo mejor que se les ha ocurrido a dichos institutos políticos ante el Gobierno, callar, taparse las orejas y los ojos.

Mientras desde la administración federal se ha optado por la persecución contra algunos actores políticos acusándolos en la mañanera de delincuentes de cuello blanco, el mensaje en realidad es querer destrabar el bloqueo legislativo.

Así como la delincuencia detona bombas molotovs, el Gobierno detona los decretazos con los que piensa abrirse camino; el de la Guardia Nacional es un ejemplo, el Tren Maya es otro. Y esta guerra también cobra víctimas.

Los relámpagos de agosto fue la primera novela de Jorge Ibargüengoitia. Una sátira de la Revolución Mexicana, demoledora. Imagínese usted si el escritor supiera que la fantasía y el terror de su texto, ha sido rebasado por la realidad que vive este país.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!