Gabriel Morales Sod

En el enfrentamiento entre Gaza e Israel sólo dos actores saldrán beneficiados

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod
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Si le preguntan a los civiles, tanto en Gaza como dentro de Israel, pocos podrán contestar qué fue lo que motivó el inicio del conflicto entre las partes.

Las tensiones comenzaron hace ya algunas semanas con la decisión inminente de expulsar a familias palestinas del barrio de Sheij Jarrah en el este de Jerusalén, que ocasionó enfrentamientos entre la policía y jóvenes palestinos en el Monte del Templo, el lugar más sagrado para ambas religiones. En tan sólo un par de días las tensiones escalaron con una rapidez pocas veces vista, provocando el enfrentamiento más sangriento desde 2014 y, al interior de Israel, choques entre poblaciones árabes, grupos judíos y la policía, de una violencia que no se había visto en el país desde los años de la segunda intifada.

Aunque es difícil señalar a un solo culpable, lo cierto es que en esta ronda de ataques, que ha atemorizado a millones de civiles en ambos lugares, hay dos actores que se han visto beneficiados: Hamas y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Después de fallar el intento del actual gobierno de continuar en el poder, una rara coalición de partidos de derecha e izquierda estaba más cerca que nunca de mandar a Netanyahu a las filas de la oposición. Según distintas fuentes, a finales de esta semana, la autodenominada coalición del cambio, habría de anunciar al presidente Rivlin la formación de un nuevo gobierno. No se sabe a ciencia cierta hasta qué punto Netanyahu intentó encender el fuego y crear el caos para detener a sus rivales. Lo cierto es que como hiciera Ariel Sharon en su momento, la policía, al mando del mismísimo Netanyahu, y su ministro de Seguridad Interior, no sólo no relajaron las tensiones en Jerusalén, sino que aventaron granadas y atacaron directamente a los manifestantes. Como dijera el propio Bibi hablando en ese entonces del primer ministro Ehud Olmert, “un primer ministro que está hundido hasta el cuello en investigaciones, no tiene el mandato moral y público para tomar decisiones importantes, porque hay una sospecha verdadera de que éstas tendrán base en su interés personal y no en el interés nacional”.

Del otro lado de la frontera, el enfrentamiento también tiene un beneficiario, el grupo terrorista y partido político Hamas. Después de que su rival, el partido Fatah (La Autoridad Palestina), cancelara las elecciones en Palestina, y con su población en creciente descontento por la profunda crisis económica y de salud en Gaza a raíz del coronavirus, Hamas necesitaba desesperadamente aumentar su legitimidad. Las tensiones en el Monte del Templo le dieron la oportunidad de mostrarse como el defensor del islam en Tierra Santa; oportunidad que no tardaron en aprovechar, lanzando cientos de cohetes hacia blancos civiles israelíes a sabiendas de que la respuesta costaría vidas en Gaza. Es así como dos pueblos, rehenes de dos liderazgos políticos fallidos que han sido incapaces de traer seguridad a sus poblaciones, se encuentran en un conflicto sangriento que dejará muerte y resentimiento y que, al igual que los últimos tres enfrentamientos entre las partes, no cambiará en nada el statu quo, que es precisamente el que estos líderes buscan mantener.