Gabriel Morales Sod

El fracaso de Putin y el orden internacional

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Las imágenes de tanques rusos cruzando la frontera de Ucrania el 24 de febrero parecían casi inverosímiles. No solamente Europa había vivido dos décadas de estabilidad después de concluida la guerra de los Balcanes, sino que las invasiones militares, en particular después del fracaso rotundo de las guerras de Irak y Afganistán, parecían ser cosa del pasado.

Aún más alarmante para el orden internacional fue el visto bueno de Beijing a la invasión. La victoria rusa en Ucrania, que parecía podría lograrse en cuestión de días, auguraba un reacomodo del balance de poder mundial, un nuevo orden más anárquico, más violento, donde las invasiones militares adquirirían de nuevo cierta legitimidad.

Sin embargo, de una manera casi insólita, el ejército ruso, a primera vista profundamente superior al ejército ucraniano en todos los rubros, fue incapaz de conseguir una victoria rápida. Conforme los días transcurrieron, las fallas sistémicas de las fuerzas rusas se hicieron evidentes. La corrupción que recorre todo el sistema político ruso, enfocado en la extracción de la riqueza nacional para alimentar las fortunas de unos cuantos, llegó también a la filas del ejército: alimentos caducos, falta de equipo y armamento obsoleto que supuestamente debió haberse renovado. El sistema de mando, en donde Putin requiere fidelidad absoluta, resultó en reportes de inteligencia sesgados. El mandatario ruso esperaba que el sistema político ucraniano se resquebrajara de inmediato y que su población, o por lo menos un sector significativo de ésta, apoyara la invasión. Después de un par de semanas quedó claro que la victoria sería costosa y que, al contrario de lo que sucedía en las filas de los conscriptos rusos, desmoralizados ante una guerra que siguen sin entender, la moral del ejército ucraniano aumentaba día con día. El ejército ruso, en uno de los fracasos más rotundos de la historia militar reciente, se retiró de Kiev.

Se esperaba entonces que, una vez reagrupados, los rusos lograran relativamente fácil la conquista del Donbás, su nuevo objetivo militar al Este de Ucrania. Sin embargo, desde que declararan la nueva fase de la guerra el avance ruso ha sido lento y doloroso, lleno de errores de comando, operaciones fallidas y una cantidad considerable de soldados muertos. La contraofensiva exitosa de Ucrania en Járkov, la segunda ciudad más grande del país, casi en la frontera con Rusia, dejó en claro que sin importar el resultado final, la invasión de Putin ha fracasado.

El resultado de la guerra aún es incierto. Sin embargo, el nuevo orden internacional anárquico que auguraba la invasión rusa parece ahora menos probable. Por un lado, Occidente ha salido fortalecido, logrando actuar hasta el momento casi al unísono para castigar a Rusia. En un discurso inesperado, envalentonado por el fracaso ruso, el presidente Biden se comprometió incluso a garantizar la seguridad de Taiwán ante una posible invasión china. Por el otro lado, tanto Beijing como Moscú, aprendieron lo mismo que Estados Unidos en Afganistán e Irak: el poder militar no es sinónimo de poder político, en particular cuando la población local está en contra de la fuerza invasora.