Gabriel Morales Sod

El Gobierno de Israel, a punto del colapso

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Por un año Israel vivió una nueva normalidad. Después de cuatro turbulentas elecciones, y de la manera más inesperada, una extraña coalición de derechas e izquierdas logró vencer a Benjamin Netanyahu y formar un gobierno alternativo.

El país ha vivido desde entonces una relativa calma; instituciones que por años estuvieron paralizadas comenzaron a trabajar; el presupuesto nacional se aprobó e Israel fue sede de un encuentro histórico por la paz y la cooperación con cinco naciones del mundo árabe y Estados Unidos. Todo esto parece haber llegado a su fin. De forma inesperada, el día de ayer, Idit Silman, miembro del partido Yamina (derecha) del primer ministro Bennett, anunció que dejará la coalición y se unirá a la oposición liderada por Netanyahu. El significado de la deserción es que en estos momentos oposición y coalición tienen el mismo número de asientos (60). Aunque la coalición aprobó el presupuesto hasta marzo de 2023, y técnicamente podría seguir en el poder, esto significaría la parálisis absoluta, pues no podrían pasar nuevas leyes.

La decisión de Silman tomó por sorpresa al país entero y al primer ministro, quien se enteró de su viraje por los medios. Hace tan sólo un año, cuando Bennett intentaba formar la actual coalición, Silman, una mujer religiosa y de derecha nacionalista, se enfrentó a enormes presiones para traicionar a su líder y unirse a Netanyahu. Rabinos, activistas y políticos acosaron a su familia para poner presión, y en un episodio que pudo haberse tornado trágico, Silman fue atacada verbalmente en una gasolinera cerca de Jerusalén. Netanyahu y sus secuaces la acusaron de promover fake news. Parece ser que la presión fue demasiado para Silman en esta ocasión. El pretexto para dejar la coalición fue que el partido de izquierda Meretz envió una carta a todos los hospitales de la nación pidiéndoles que respetaran una orden de la suprema corte. La orden estableció que los ciudadanos israelíes podrían ingresar pan a los hospitales durante la Pascua judía —periodo en el que los judíos religiosos no consumen levadura—. Sin embargo, la verdadera razón de Silman fue la oferta que recibió de Netanyahu: el lugar 10 en la lista del Likud y el puesto de ministra de Salud si Netanyahu regresa al poder.

Se espera que, después de Silman, vengan nuevas deserciones en el partido del primer ministro. Sin embargo, para que Netanyahu pueda formar un gobierno sin ir a elecciones necesitaría el apoyo de siete legisladores más, pues es prácticamente imposible que la Lista Conjunta de partidos árabes le dé su apoyo; una misión que parece imposible de igual manera. En estos momentos el resultado más plausible son nuevas elecciones, las quintas en cinco años. Para Netanyahu romper la coalición actual, aún sin los medios para conseguir el poder de forma inmediata, parece ser la mejor opción para tratar de salvarse de una condena por corrupción que en los últimos meses parece cada vez más inminente.