Gabriel Morales Sod

¿Israel en camino a convertirse en Irán?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La lucha por detener la reforma judicial que amenaza aún a la democracia israelí ha dejado en evidencia una de las grandes preguntas que definirán el futuro de Israel: ¿qué pasará cuando los judíos ortodoxos, una de las principales fuerzas detrás de la revolución judicial, se conviertan, con base en las tendencias demográficas, en el grupo judío mayoritario en el país?

Cuando se formó el Estado de Israel, el movimiento sionista, liderado por el entonces primer ministro David Ben-Gurión, hizo un pacto con la minoría ortodoxa que vivía en el país antes de que iniciaran las olas migratorias de judíos europeos. A cambio de apoyo político para la formación del Estado, Ben-Gurión les otorgó autonomía en ámbitos críticos: los ortodoxos quedarían exentos del servicio militar y tendrían su propio sistema educativo. Las altas tasas de natalidad de ese pequeño grupo llevó a convertirse en el catorce por ciento de la población.

El Estado de Israel nació con el objetivo de proteger al pueblo judío de la persecución, incluidos los judíos ultraortodoxos. El problema de su crecimiento demográfico para el futuro del país no tiene que ver con sus preferencias religiosas, sino con su contribución a los dos pilares del Estado, su economía y su seguridad. Con base en el pacto que este grupo forjó con el movimiento sionista, más de 90 por ciento de las escuelas ultraortodoxas para hombres no enseña materias básicas, como matemáticas, inglés y civismo más allá de la primaria. Además, a diferencia del resto de la población, la inmensa mayoría de ellos no va al ejército. En cambio estudian en escuelas religiosas de los 18 a los 26 años. Cuando la mayoría termina los estudios, no tiene las herramientas para integrarse a la economía, por culpa del sistema especial de educación. Son las mujeres las que suelen sostener a sus familias, y casi el cincuenta por ciento de las familias de este grupo vive por debajo de la línea de pobreza.

En el presupuesto que se aprobó esta semana, los líderes ultraortodoxos se encargaron de invertir billones de shekels del erario para aumentar el sueldo de sus estudiantes de 18 a 26 años, y para financiar por completo escuelas privadas que pertenecen a dos partidos políticos y que, obviamente, no enseñan materias básicas. Este sistema ha funcionado hasta el momento, porque el resto de la sociedad, en particular en las grandes ciudades, es quien mantiene estas becas y beneficios con sus impuestos. Además de que son sus jóvenes quienes sí hacen el servicio militar. ¿Qué pasará cuándo los ultraortodoxos sean el grupo judío mayoritario en el país? ¿Quién pagará para mantener a aquellos que no trabajan y a las escuelas religiosas, quién servirá en el ejército de un país rodeado de amenazas? Hay dos posibles caminos, o los ultraortodoxos sustituyen a su liderazgo y toman un giro inesperado hacia la integración o el país se convertirá en una especie de Irán, algo que no es raro en Medio Oriente. Escuché a un comentarista decir, en apoyo al presupuesto, que Irán se ha mantenido en pie a pesar del cambio radical hacia una teocracia. Puede ser, pensé, pero miles de israelíes no querrán vivir en un país como Irán.