Gabriel Morales Sod

El problema de la izquierda estadounidense

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La derrota del candidato demócrata a la gubernatura del estado de Virginia, en donde el presidente Biden venció a Trump, y lo cerrada que fue la elección en Nueva Jersey, confirmó lo que muchos sospechaban. El partido demócrata, que tan sólo hace dos años ganó no sólo la presidencia, sino en el Congreso, está en crisis.

Parte de las razones de este fenómeno fue el desacelere del crecimiento económico y la inflación en el país, a causa de la crisis global en las cadenas de producción y transporte; también contribuyeron otros sucesos, como la fallida salida de Afganistán. Sin embargo, la verdadera crisis tiene un origen más profundo: el conflicto entre el ala de centro del partido y un nuevo y fuerte grupo de políticos progresistas.

El culpable más inmediato parece ser el grupo de centro. Los dos grandes paquetes de ley que el presidente Biden está tratando de pasar al Congreso, y que tendrían una verdadera fuerza transformadora en favor de las clases medias y bajas, se encuentran atorados. Los millones de votantes que dieron su confianza a Biden siguen a la espera de resultados concretos, más allá de simbolismos y discursos, y, entre más tiempo pasa, más personas pierden la fe en el sistema político. Los culpables, dos senadores de centro, quienes presionados por sus propios donadores (entre ellos la industria energética y la farmacéutica) se encargaron de cortar casi a la mitad el paquete inicial, y aún no han prometido su apoyo al acuerdo. Sin embargo, la solución a la crisis no es clara.

El campo de centro sugiere que la manera de salir del estado de extrema polarización es el bipartidismo y políticas de consenso. Sin embargo, para que esto sea posible es necesario que el partido republicano ponga de su parte. Hace tan sólo unas semanas, con el afán de dañar al presidente Biden, el Partido Republicano estuvo a punto de llevar al país a una crisis económica al negarse a votar a favor de alzar el umbral de la deuda pública para pagar la deuda que el mismo presidente Trump contrajo.

La izquierda progresista sugiere que la opción es adoptar una política de transformación radical. El problema es que atacar la agenda cultural de la izquierda ha probado ser el arma perfecta de los republicanos. Después del fracaso del manejo de la pandemia en la administración Trump, e incumplir todas las promesas de campaña que pretendían ayudar a las clases medias, a los republicanos no les queda nada sino entrar en una guerra cultural, en defensa de valores populares como el cristianismo y muchas veces la xenofobia y el racismo. Esta estrategia ha sido efectiva. Lo que queda por hacer es precisamente lo que el presidente Biden pretendía con sus iniciativas, concentrarse en reducir la desigualdad económica en el país (incluida aquella entre minorías y el resto del país) y combatir el cambio climático, ambas políticas populares entre la población. Después de las pérdidas de esta semana, éste es el momento para recapacitar. Todo dependerá de la habilidad de Biden para que sea aprobado su paquete económico.