Guillermo Hurtado

Antonio Caso y el fin del mundo

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La persona humana y el Estado totalitario de Antonio Caso está redactado a partir de artículos publicados previamente en El Universal entre el 17 de enero de 1936 y el 15 de noviembre de 1940. Los capítulos del libro responden a las preocupaciones de su autor en esos años: la imposición de una filosofía oficial por parte del Estado mexicano, la crítica al comunismo y al fascismo, la defensa de la democracia liberal, la reiteración de la dignidad de la persona, el rechazo a la creciente influencia de la espiritualidad oriental en Occidente y el lamento por la desgracia de la guerra.

En varios artículos, Caso ofrece una crítica del comunismo y del fascismo, el primero por querer imponer la dictadura de una clase social, y la segunda por querer imponer la dictadura de una raza. Sin embargo, Caso se cuida de no darle carta blanca a la democracia. En “La democracia como medio y como fin”, él sostiene que no debemos elevar a la democracia como un fin en sí mismo, sino como un medio para la vida virtuosa.

Los últimos capítulos del libro de Caso fueron durante los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, cuando parecía que Alemania era invencible. Uno de los apartados más interesantes, desde un punto de vista filosófico, es “Acidia”, en donde Caso señala a Martin Heidegger como el filósofo del clima de entreguerras. Dice Caso: “Cuando termine todo este mar de guerras y catástrofe, seguirá siendo el pensamiento de Heidegger, la filosofía en consonancia con el desastre, la filosofía de la acidia, la terrible filosofía de la muerte…” (5 de julio, 1940).

Caso pregunta: ¿Quién es culpable de la guerra? Todas las naciones europeas que han permitido que la soberbia, la ira y la envidia se apoderen de sus sociedades. La causante de la destrucción es la locura del imperialismo. El tono de los artículos de Caso, durante la segunda mitad de 1940, es apocalíptico. En “Onomatopeya” (15 de noviembre, 1940), Caso cree escuchar el sonido del fin de la historia, semejante al que oyeron los habitantes de Sodoma y Gomorra y en “Aquí está” (6 de noviembre, 1940), Caso denuncia la presencia de las fuerzas del mal en el mundo. París estaba tomada por las tropas alemanas e Inglaterra resistía, a duras penas, los bombardeos de los alemanes. Parecía cuestión de días para el triunfo definitivo del Tercer Reich. El viejo continente se lo repartiría entre los fascistas y los comunistas.

Decía Caso: “La libertad humana desaparecerá, quizá, de Europa entera. (…) Ojalá nunca llegue a desaparecer de América la libertad. No valdrá la pena vivir entonces” (21 de junio, 1940). Al igual que otros destacados pensadores de su tiempo, Caso pensaba que América, en particular la América Latina, quedaba como el último reducto de la civilización. ¿Volveremos a suponer lo mismo?