Guillermo Hurtado

Benedicto XVI, en Ratisbona

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

E l 12 de septiembre de 2006, en la Universidad de Ratisbona, Benedicto XVI impartió una famosa conferencia en el que desarrolló el tema de la relación entre la fe y la razón dentro del cristianismo.

Benedicto XVI sostuvo que, para un cristiano, la razón no puede estar en contradicción con Dios. El ejemplo que ofreció en su discurso –el de un diálogo entre un emperador bizantino con un intelectual persa– dio lugar a numerosos malentendidos que lo obligaron a aclarar su posición para no ofender a los musulmanes. Lo que Benedicto afirmaba es que, para el bizantino, a diferencia del persa, actuar en contra de la razón era actuar en contra de la naturaleza de Dios.

Benedicto XVI sostiene que esta convivencia entre la fe y la razón, característica distintiva del cristianismo o, por lo menos, como se verá, de algunas de sus corrientes, es el resultado de la feliz convergencia entre el espíritu griego y el espíritu hebreo. Cuando Benedicto habla del espíritu griego, habla, sobre todo, de la filosofía helénica, de su ideal sobre el papel que la razón debe jugar en la vida humana. El papa señalaba que, aunque el encuentro entre la filosofía griega y el pensamiento bíblico estuvo muy presente en teólogos como San Agustín y Santo Tomás, comienza a dejar de estarlo, ya desde la Edad Media, con pensadores como Duns Scoto; sin embargo, no es sino hasta la reforma de Lutero en el siglo XVI que encontramos un proyecto claro de deshelenización del cristianismo. La idea protestante de que las escrituras son el único texto en el que se debe apoyar la fe dejaba fuera a la teología cristiana inspirada en autores paganos como Platón o Aristóteles. Benedicto XVI encuentra dos momentos posteriores del proyecto de deshelinización. Uno es la teología liberal de los siglos XIX y XX, cuyo proponente más destacado es Adolf von Harnack. En esta corriente, lo que se buscaba no era tanto volver al texto bíblico, sino al hombre Jesús, al maestro moral de la humanidad. El segundo momento del proyecto de deshelenización del cristianismo es contemporáneo y consiste en sostener que la inculturación del cristianismo en el mundo griego no debería ser vinculante con otras culturas; es decir, que el mensaje de Jesucristo puede vincularse con cualquier otro molde civilizatorio y que el helénico no debía tener una autoridad suprahistórica, ya que eso equivaldría a una imposición eurocentrista.

No me resta espacio en este artículo para exponer las respuestas que ofrece Benedicto XVI a estos tres proyectos de deshelenización. Invito al lector a que acuda al texto de la conferencia para que pueda examinar sus argumentos. Acabo sin más con el recordatorio de Benedicto XVI de que la razón sin la fe y la fe sin la razón son dos tentaciones que debemos evitar para caminar sin obstáculos hacia la verdad.