Guillermo Hurtado

La democracia concesionada

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
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Una concesión es la acción de otorgar a particulares o empresas el derecho para explotar algún bien o servicio durante un tiempo determinado. Esta figura jurídica tiene algo de medieval. Los concesionarios reciben una licencia que les permite enriquecerse sin estorbos.

En el siglo anterior, el PRI fue un voraz acaparador político: no permitía que los demás partidos alcanzaran puestos de elección popular. Eran aquellos los famosos tiempos del carro completo. La reforma política promovida por Jesús Reyes Heroles durante el sexenio de José López Portillo abrió el juego político para que el PRI compartiera el poder con otros partidos.  “Lo que resiste, apoya” sentenciaba el astuto político veracruzano. Gracias a esa reforma política, que comenzó en 1977, el PRI logró permanecer en el poder hasta 2000, una transición que duró 23 largos años.  

 El nuevo régimen que se acabó de constituir en 2000 concesionó la democracia a un conjunto de partidos políticos. A decir verdad, sólo fueron tres las concesiones importantes: la del PRI (al centro), el PAN (a la derecha) y el PRD (a la izquierda). El rol de los demás partidos se limitaba a participar en las coaliciones.  

 Estas concesiones venían —como los niños de antes— con una torta bajo el brazo. En México, los partidos políticos reciben millones de pesos en apoyos. Para que el juego fuera relativamente parejo se crearon instituciones reguladoras como el INE y el Trife. Todos los concesionarios quedaron contentos.  

 No obstante, la calidad del servicio ofrecido por las concesiones suele ser malo. Imagine usted, estimado lector, que en su pueblo sólo hubiera tres restaurantes de esos de cadena. Va al primero y se enferma del estómago, va al segundo y le cobran de más, va al tercero y el mesero le sirve de mala gana. Supongamos que cada domingo tuviera que elegir uno de los tres, pero ninguno le gusta; quisiera tener más opciones, pero no las hay porque la autoridad local únicamente ha dado tres permisos para este tipo de establecimientos. Cansado de la situación, usted decide ir a quejarse con el funcionario responsable, pero en vez de ser atendido, recibe la siguiente admonición: “Uy, no te quejes, ahora estamos mejor que antes; quizá no lo recuerdes, pero en este pueblo sólo había un restaurante, el del cacique, no había variedad, ahora tenemos tres opciones, no tienes derecho a reclamar”.  

 No debe extrañarnos, por lo mismo, que cuando Morena apareció en la boleta electoral haya ganado las elecciones con cierta holgura. Para seguir con la analogía anterior, muchos mexicanos quisieron probar otro menú.  

 En las siguientes elecciones podremos volver a votar por el PRI, PAN o PRD o ratificar el cambio que supuso Morena. El problema es que el modelo de las concesiones partidistas sigue vigente. Para que la democracia en México logre avanzar tendrá que superar ese modelo. De otra manera, seguiremos teniendo más de lo mismo.