Guillermo Hurtado

La falacia del 6 de junio

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
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Abraham Lincoln definió la democracia como el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. La definición es hermosa, pero está muy lejos de la realidad. Se nos ha hecho creer que para la gente del pueblo —personas como usted y como yo— la democracia se limita a ir votar en las elecciones. Todo lo demás, absolutamente todo, se lo dejamos a los políticos profesionales, que se encargan de gobernar en nuestro nombre.

La clase política mexicana se ha dedicado a repetir en los medios de comunicación que la siguiente elección es importantísima, que tenemos que acudir a las urnas y que la orientación que demos a nuestro voto será determinante para la historia de México.

Esa misma clase política ha pretendido definir la siguiente elección como una disyunción binaria en la que se excluyen otras opciones. O lo uno o lo otro. No hay tercera vía. Para el régimen, se trata de defender la llamada Cuarta Transformación. Para el grueso de la oposición, de rescatar la democracia representativa liberal. Pero hay otras maneras de describir la disyunción planteada. Por ejemplo, se podría decir que lo que pretende el régimen es que ratifiquemos el populismo lopezobradorista y que lo que desea la alianza opositora es que retornemos a la corrupta partidocracia neoliberal.

Quienes no estamos conformes ni con el populismo lopezobradorista ni con la partidocracia neoliberal nos negamos a aceptar que nuestras opciones políticas se reduzcan de una manera tan maniquea y tramposa.

Para que nos entendamos voy a trazar una analogía muy elemental. Supongamos que a la hora de la comida se nos dice que tenemos que escoger entre beber un refresco de la marca X o uno de la marca Y. Pero ¿por qué hemos de estar obligados a tomar una bebida gaseosa? ¿Acaso no podemos beber otra cosa, por ejemplo, agua de frutas? Si la respuesta es que no hay fruta y que tampoco hay quien prepare el agua, entonces lo que procede es levantarse de la mesa, ir a la tienda de la esquina, comprar unos limones, exprimirlos y hacer una limonada. Pues así con la democracia mexicana. No tenemos por qué conformarnos con las opciones que aparecerán en la boleta del 6 de junio. Lo que los mexicanos debemos hacer es desentumecernos, decidirnos a actuar y ponernos manos a la obra. O, dicho de otra manera, echar a andar la democracia, que, como decía Lincoln, es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo.

México necesita renovar su clase política y formar nuevos partidos. No nos traguemos la propaganda de los políticos de siempre. Lo verdaderamente importante no es cómo votemos este 6 de julio. La tarea fundamental es otra, a saber, la de organizarnos dentro de nuevas formaciones políticas para reclamar lo que es nuestro.