Guillermo Hurtado

La paz exterior y la paz interior

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
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Juan Luis Vives (1492-1540) nació en Valencia, en el seno de una destacada familia de judíos conversos. El padre fue quemado por la Inquisición en 1524 y la madre, que había muerto en 1508, fue exhumada en 1530 para quemar sus restos. Vives no tuvo de otra que salir de España para residir en distintos lugares de Europa, principalmente en París, Londres y Brujas. A Vives podemos considerarlo, junto con sus contemporáneos Erasmo de Rotterdam y Tomas Moro, como uno de los grandes pensadores del Renacimiento europeo.

En la obra de Vives destaca el tratado que dedicó al Emperador Carlos V llamado De concordia et discordia in humano genere (1529) en el que se ocupaba del tema de cómo entender las causas de la discordia y de cómo resolverla. El tema de la concordia era, en aquellos años, central en una Europa convulsionada por las guerras de religión y los conflictos entre las grandes potencias.

La tesis que defiende Vives en su De concordia y discordia merece nuestra atención puesto que la discordia no ha dejado de ser tema que nos preocupe. Dicho de manera muy breve, Vives sostiene que no habrá paz exterior entre los seres humanos sin que ellos alcancen la paz interior. Y la única manera en la que los individuos pueden alcanzar esa paz interior es si adquieren sabiduría.

Esta tesis se distingue de otra, sugerida por John Locke (1623-1704) y desarrollada posteriormente por otros autores de lengua inglesa, como John Stuart Mill (1806-1873) y John Rawls (1921-2002) que defienden para lograr la paz entre los seres humanos, es indispensable que sean tolerantes unos con los otros. La tolerancia no requiere la paz interior. Es más, podría decirse que la tolerancia es un estado de permanente inquietud, dado que lo que se tolera no se aprueba. La tolerancia tampoco requiere de sabiduría. Es un estado de cosas que se adopta por medio de un razonamiento práctico sencillo que involucra el cálculo de costos y beneficios. Se pierde menos con tolerar al vecino, aunque se le odie, que con pelear con él.

Vives es un pacifista a ultranza. Para el valenciano, la guerra debe evitarse a toda costa. Mas no sólo hay que acabar con el conflicto entre las naciones, sino con el que se da entre los individuos dentro de las ciudades e incluso las familias. La concordia es el ideal de la vida social. Pero ese ideal es inalcanzable si los seres humanos estamos permanentemente dominados por las pasiones más bajas: el orgullo, la soberbia, la ambición, la envidia, el desprecio, la ira, la codicia, la vanidad. Ninguna paz será duradera mientras el estado interior de las personas esté obnubilado por esas emociones Cualquier ocasión será excusa para volver a las peleas y a los gritos.

Sin paz interior, la paz exterior entre los miembros de una comunidad se tiene que imponer por la fuerza de un árbitro superior capaz de ejercer una violencia aún más letal que la de los individuos. Esta es la solución del filósofo inglés Thomas

Hobbes (1588-1679). Como si fueran animales encerrados en jaulas, los seres humanos tendrán que estar separados por la fuerza, contenidos por una fuerza mayor. Vives no consideraba que a este estado de cosas se le pudiera llamar concordia. La verdadera concordia no se da entre animales salvajes, sino entre seres humanos que han alcanzado la sabiduría por medio de una educación correcta. La tarea del monarca no es oprimir a sus súbditos para que no se maten entre sí, sino favorecer las condiciones para que sus súbditos aprendan a vivir en paz, sean virtuosos, alcancen la sabiduría de la vida. El buen monarca educa, no reprime.

Una educación moral correcta, afirma Vives, debe enseñarnos a perdonar y no sólo a dejar de luchar; y, sobre todo, debe enseñarnos a amar al prójimo y no sólo a tolerarlo. El humanismo de Vives nos ofrece una concepción del ser humano y de la sociedad muy distinta a la que ahora predomina por la influencia de los filósofos angloparlantes antes citados: Hobbes, Locke, Mill y Rawls. Convendría recuperar la figura de Juan Luis Vives como un maestro de la sabiduría que tanto escasea en nuestros días.