Guillermo Hurtado

El soldado Woyzeck

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Woyzeck es el personaje principal de una obra de teatro homónima de Georg Büchner (1813-1837). La historia de Woyzeck quedó incompleta por la muerte de su autor, pero ha sido reconstruida por grandes creadores, como el músico Alban Berg y el cineasta Werner Herzog. El personaje ha llamado mucho la atención porque, aunque fue concebido a principios del siglo XIX, ya apuntaba, desde entonces, hacia algunas de las condiciones existenciales exploradas por la literatura y la filosofía del siglo XX.

Woyzeck es un soldado raso estacionado en un pueblo de Europa central. Tiene una mujer, Marie, y un hijo, pero como él y Marie no están casados, el niño no ha sido bautizado. Woyzeck es un hombre muy simple, muy humilde, de muy pocas luces. Siempre ha vivido en el estrato más bajo de la sociedad, sirviendo a otros. Su capitán se burla de él, lo desprecia y lo tacha de inmoral. El médico lo utiliza como conejillo de indias para un experimento disparatado: lo pone en una dieta de chicharos. El estado mental de Woyzeck se deteriora rápidamente. El jefe de la banda musical del destacamento militar se fija en Marie y la corteja. Ella cede a sus galanteos. Woyzeck se entera de la traición de su mujer y enfrenta al jefe. El soldado pierde la pelea. Woyzeck lleva a Marie a la orilla de un lago y la acuchilla. Huye de ahí y va a la taberna para embriagarse, pero la gente lo mira de manera sospechosa. Entonces, vuelve al sitio del crimen para tirar el cuchillo al agua y limpiar las manchas de sangre. Las autoridades encuentran el cadáver de Marie y más o menos hasta aquí llega la obra, tal como la dejó Büchner. Suponemos que Woyzeck sería arrestado y llevado a juicio.  

La tragedia de Woyzeck es pavorosa, pero también conmovedora. Es pavorosa porque él es un asesino a sangre fría y es conmovedora porque él ha sido víctima de una sociedad que lo ha humillado de todas las maneras posibles. Se ha señalado que Woyzek no carece de motivos para matar a Marie, su infidelidad es la gota que colma el vaso; además, no se puede ignorar su condición psiquiátrica que precipita los acontecimientos. En la narración de Büchner se adivinan otros resortes que adquieren el carácter de una siniestra profecía. La violencia criminal del soldado Woyzeck se gesta dentro del caldo de cultivo de la orgullosa sociedad europea de su tiempo. Una sociedad clasista, militarista, capitalista, maquinista, cientificista, racionalista, disciplinaria, represora, en una palabra: deshumanizadora. Una sociedad que, sin saberlo, se dirigía velozmente hacia el abismo. El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, un año después de la primera representación pública de la obra, fue la manifestación colectiva de toda aquella locura. Yo me pregunto, ¿seremos capaces de reconocer al soldado Woyzeck de nuestros días?