Horacio Vives Segl

Elecciones en España y Guatemala

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Comento los procesos electorales de dos países importantes para México: la formación de un nuevo gobierno español y la crisis política de cara a la segunda vuelta presidencial en la vecina Guatemala.

Lo de España del 23-J resultó toda una sorpresa. El resultado de las elecciones locales y regionales celebradas hacía apenas unas semanas, en mayo, había representado un duro revés para el gobierno encabezado por Pedro Sánchez, lo que le orilló a convocar a elecciones generales anticipadas. Aquel resultado había dejado en posición inmejorable al Partido Popular (PP) y a los impresentables de la extrema derecha española, Vox; sin embargo, conociendo los resultados de este domingo, parece que no supieron aprovechar ese clima político para ganar con contundencia y concretar la formación de un nuevo gobierno. Si bien el PP fue el más votado y, por tanto, ganador de las elecciones, no sólo no le alcanza a Alberto Núñez Feijóo para ser investido presidente del gobierno sin tener que depender de su incómodo socio ultra, sino que ni siquiera así podrá formar gobierno, de acuerdo con las reglas del sistema parlamentario español (pues no alcanzan la mayoría absoluta en el Congreso, e incluso lo más probable es que, de presentarse Feijóo como candidato, habría mayoría absoluta en su contra).

Lo que va a ocurrir en las siguientes semanas es de la mayor incertidumbre e interés. Estamos frente al peculiar caso de un candidato que gana las elecciones, pero que es improbable que pueda formar gobierno. Mientras tanto, Sánchez seguirá al frente del gobierno en funciones, en lo que o bien se le ratifica —algo que, aunque no imposible, se ve muy difícil de lograr, pues tendría que obtener el voto a favor de prácticamente todos los partidos nacionalistas o regionales, incluyendo los independentistas catalanes y vascos, cuyo precio podría resultar impagable—, o bien se termina por convocar a nuevas elecciones —probablemente a fin de año—.

Algunas lecciones: a la hora de las definiciones nacionales importantes, el electorado español se volcó al centrismo de los partidos que han conducido la democracia española desde el final de la dictadura franquista, hace casi medio siglo; las encuestas volvieron a fallar; los extremismos, de derecha y de izquierda, sufrieron un duro revés; la España liberal está de pie; y Pedro Sánchez se reafirma en su condición camaleónica frente a los desafíos electorales.

Al cruce de nuestra frontera sur las cosas no están menos candentes. El 25 de junio se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala, donde, ante una baraja de candidaturas que pulverizó el voto, avanzaron a la segunda vuelta dos opciones asociadas a gobiernos previos en el país: la exesposa del expresidente Álvaro Colom (Sandra Torres, UNE, 15 por ciento de votos) y el hijo del ex presidente Juan José Arévalo (Bernardo Arévalo, Movimiento Semilla, 12 por ciento de votos).

Hace unos días, en una maniobra muy sucia, que suena más a motivaciones de orden partidario que a proteger la integridad del proceso electoral, el Ministerio Público, a través de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI), ordenó la suspensión del registro del partido de Arévalo, argumentando la irregularidad de un puñado de registros electorales. Como era de esperarse, apelaron la decisión. La Corte de Constitucionalidad concedió el amparo y suspendió la medida, por lo que, por ahora, se ratifica la decisión del Tribunal Supremo Electoral de que Torres y Arévalo disputen el ballotage el 20 de agosto. La tormenta política desatada por los polémicos y “autónomos” titulares del MP y la FECI guatemaltecos pareciera traer correa de transmisión del presidente saliente, Alejandro Giammattei.