Horacio Vives Segl

Segundo año de Gobierno

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
Horacio Vives Segl
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Como es ampliamente sabido, ayer se cumplieron dos años del inicio del Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Gran parte de este segundo año de la administración coincide con la llegada a México de la pandemia del Covid-19 y las actuaciones y omisiones del Gobierno para enfrentarlo.

No hay que extenderse demasiado sobre el pésimo desempeño que el Gobierno ha tenido en el tratamiento de la pandemia. Baste señalar que este segundo aniversario de gestión coincide con las más de 105 mil muertes, el millón de contagios, el máximo histórico de ambos en un día —lo cual exhibe con toda precisión la tendencia alcista y el repunte de la pandemia— y la alerta-regaño al país, apenas este mismo lunes, de la Organización Mundial de la Salud, en el sentido de que México debe tomarse la pandemia en serio. No, por nuestro sistema de salud —entre otras cosas— no mutamos en Dinamarca.

Naturalmente, y como ocurre en todo el mundo, el desempeño de la economía ha sido desastroso. Ya de por sí el país venía mal desde el año pasado, y con la tendencia mundial seguramente se terminará por confirmar lo que una y otra vez todos los pronósticos señalan: México será uno de los países más afectados por la pandemia, y eso no es sólo por culpa de la crisis sanitaria misma, sino, en buena medida, por crasos errores y omisiones gubernamentales.

Ahora bien: el “modo pandemia” le permitió al Presidente dejar de mirarse el ombligo y, tímidamente, “salir al mundo”… pero con salidas en falso y actuaciones más bien lamentables. Hay que ver los gestos de los principales líderes mundiales al escuchar los discursos de su par mexicano en la cumbre del G-20 y en la Asamblea General de la ONU (con su imperdonable referencia al fascista Mussolini), o su visita a Washington, única hasta ahora, destinada a apuntalar la — venturosamente fallida— apuesta por la reelección de Trump, o su negativa, incomprensible desde cualquier punto de vista, de reconocer el triunfo de Joe Biden.

En la sección de circo y distractores, los casos Lozoya y Robles, el avión presidencial y la consulta sobre el juicio a los expresidentes fueron ampliamente explotados; mientras que en seguridad pública, el saldo es igualmente negativo: comparado con otras administraciones, a dos años, éste resulta el Gobierno más incapaz de contener —ya no digamos revertir— la situación de violencia generalizada; y en la parte política, destacan las protestas de movimientos feministas y el bloque de gobernadores de la Alianza Federalista.

Algo se puede rescatar como saldo positivo. Mantener la interlocución y confianza con los padres de los normalistas de Ayotzinapa (a pesar de la crisis generalizada en materia de derechos humanos) y la exitosísima gestión diplomática para traer de vuelta a México al exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, tras su oprobiosa detención en Estados Unidos.

Y qué decir del evento de ayer en Palacio Nacional: otra edición premium de las “mañaneras”, con la retórica y cansina retahíla de autoelogios, la completa falta de diagnóstico y autocrítica y la contumaz polarización populista. En suma: malos resultados, mucho ruido y apenas un par de nueces.