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En búsqueda de la sostenibilidad empresarial: la inversión social corporativa

NUEVOS HORIZONTES

IRALTUS*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Por Patricia Murrieta Cummings

A pesar del impacto que la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania, las crisis económicas y los cambios en el mapa político tuvieron sobre las cadenas de suministro, el componente social del modelo ESG (por las siglas en inglés: Environmental, Social and Governance) sigue siendo parte central en la toma de decisiones de las empresas.

Muchas de las compañías interesadas en incidir positivamente en el desarrollo sostenible han adoptado un modelo basado en la conservación del medio ambiente (Environmental), el desarrollo social incluyente (Social) y la gobernanza transparente y con responsabilidad (Governance).

Si bien las características particulares de las empresas y/o su nivel de desarrollo (si son pequeña o mediana empresa, si están en el sector energético o de alimentos, o si es familiar o tiene un gobierno corporativo, por mencionar algunos ejemplos) determinan en qué área ponen su énfasis, en la mayoría de los casos ha habido un fortalecimiento importante del área social. De manera similar, la forma en que cada una se compromete con el desarrollo social varía conforme a su interés en los objetivos de la empresa o de la comunidad.

En los últimos dos años, la inversión social aumentó de manera considerable en la mayoría de las empresas a nivel mundial. De 2020 a 2021, las 147 empresas que conforman la Red de Negocios para el Impacto Social1 (B4SI), en promedio aumentaron en 17% la inversión en las personas y en las comunidades. Esto implica una inversión promedio de 15,7 millones de dólares por compañía. Es decir, aun cuando el contexto socioeconómico y político cambió de manera considerable, la contribución social de las empresas aumentó en lugar de disminuirse.

Gráfico
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Este aumento tiene que ver en parte con una nueva manera de conceptualizar la inversión social y una nueva forma de entender los beneficios. Por un lado, las empresas están pasando de una actividad meramente filantrópica a una gama de actividades que pueden incorporar en mayor o menor medida la actividad central de la empresa; ya no limitan sus acciones a la entrega de efectivo o productos en especie. Muchas de estas acciones están incorporando el trabajo voluntario de los colaboradores y/o la responsabilidad compartida. De 2019 a 2020, la Red B4SI aumentó el involucramiento de sus colaboradores en un 20%, sumando un total de 5,4 millones de horas de trabajo voluntario.

Aunado al crecimiento del voluntariado, las empresas están empezando a medir la inversión de manera distinta. Además de analizar los insumos y productos de sus inversiones, miden el impacto que generan tanto en la empresa como en las comunidades. Esto, junto a la sistematización de las donaciones para la identificación de los distintos niveles y formas de incidencia, ha permitido que las empresas identifiquen de manera clara las áreas de oportunidad para lograr un aporte que realmente haga la diferencia y la rentabilidad que se genera; con lo cual, pueden maximizar el impacto y la rentabilidad de sus intervenciones.

De esta manera, además de garantizar la sostenibilidad de la empresa, ayudan a garantizar una vida digna y oportunidades de bienestar para todos.

1 La red está conformada por un conjunto de empresas que comparten mejores prácticas empresariales y aplican la metodología B4SI para medir el impacto de sus intervenciones. Tiene como fin estandarizar métodos robustos de evaluación de impacto.