Javier Solórzano Zinser

5.2 millones abandonados

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Los datos del Inegi sobre el abandono escolar eran previsibles. Es uno de los costos, por cierto, de los más graves, que estamos pagando por la pandemia. 

Es brutal el hecho que hayan abandonado sus escuelas 5.2 millones de estudiantes en todos los niveles, —primaria, secundaria, medio superior y superior—.

El maestro Carlos Ornelas nos decía ayer que podían ser seis millones, debido a que se calcula que entre 800 y 900 mil niños del campo fueron abandonados.

Se veía venir desde hace tiempo, porque aunque no se supiera qué pasa en el día a día, se veían y percibían signos de abandono escolar, derivado de las desigualdades económicas y sociales en el país.

Por más voluntad que tuviera el magisterio, no había manera de convocar a los estudiantes a que no dejaran la escuela. El fenómeno como tal ha afectado también a las escuelas privadas. Las familias entraron en una crisis de la cual no han salido, por lo que padres y madres de familia, al dejar de recibir sus ingresos, tuvieron que sacar a sus hijos de las escuelas.

La matrícula en algunas escuelas privadas tuvo una sensible baja. Un número importante de estudiantes de estas escuelas, al quedarse sin poder seguir en sus instituciones, se cambió a escuelas públicas. Otros estudiantes no pudieron ni cambiarse de escuela, porque a sus familias se les vino todo encima.

La constante del abandono está entre la pandemia y las condiciones económicas familiares. En muchos casos los estudiantes tuvieron que dejar la escuela, con todo y que las clases fueran a distancia, para buscar ingresos para sus familias; no es casual el crecimiento de la informalidad a lo largo del año. Si este fenómeno se presentó en ciudades, imaginemos lo que ha pasado en el campo.

Fue muy difícil instrumentar “Aprende en casa” por razones técnicas y porque las familias no tenían acceso a la televisión o computadora. Mucho de lo que se ha logrado, dentro de las enormes limitaciones, tiene que ver con labores, sin exagerar, heroicas, de maestros, padres de familia y los mismos estudiantes.

Utilizan todo tipo de fórmulas para poder dar clase. Como ha venido quedando claro, a quienes más les está pegando la pandemia es de nuevo a las personas con condiciones más adversas en lo económico y social, y a las mujeres.

La disyuntiva de continuar en el confinamiento o tener clases presenciales se ha intensificado. Se asegura, con bases, que viene una severa tercera ola de contagios teniendo un escenario educativo cada vez más difícil y adverso, el cual va a ser muy complicado revertir.

Todo se da en medio de condiciones económicas profundamente adversas que no se ve que vayan a cambiar en el corto y mediano plazo. No hay signos alentadores, porque además, se va fortaleciendo un ambiente de crispación de consecuencias y secuelas en todos los ámbitos.

¿Qué tanto avanzaron los estudiantes con “Aprende en casa”? No lo vamos a saber del todo hasta que se regrese a clases presenciales. No tiene sentido menospreciar la labor que hizo la SEP a lo largo del año, tuvieron razón al decir que “era lo que se podía hacer”, pero seguimos en el enigma.

Con la educación acabamos por ver todas las luces y las sombras del país. Lo que viene es de tal complejidad, que si no se atacan los viejos y nuevos problemas, de manera particular la esencia del proceso educativo, la educación del país podría pasar por un revés de consecuencias insospechadas.

El nivel educativo se estancaría, lo cual traería consecuencias en el desarrollo del país y entre millones de niños y jóvenes.

El abandono escolar es la manifestación de nuestro desarrollo desigual e injusto, y también se lo tenemos que cobrar a la pandemia.

RESQUICIOS

El problema de Clara Luz Flores no es que se haya reunido con el singular personaje de la secta, la cuestión es que todos entendimos que le dijo a Astillero que no lo conocía, después de hablar una hora con él.