Javier Solórzano Zinser

Ciudadanos

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Si bien el Gobierno merece críticas por el manejo de algunas áreas de la pandemia, también es cierto que los ciudadanos en muchos casos hemos sido y somos irresponsables.

El coronavirus ha evidenciando nuestras muchas caras oprobiosas. Las deficiencias en las áreas de salud, educación y en economía, por sólo mencionar tres, muestran las desigualdades sociales, al tiempo, que colocan lo invisible visible.

La urgencia de salir es por la necesidad de sobrevivir de millones de familias. Quizás en muchos casos haya conciencia sobre la pandemia; sin embargo, no hay manera de parar porque al hacerlo se acaban los exiguos ingresos.

La recuperación económica está lejana. De alguna u otra forma las familias ya lo saben. Si de por sí viven bajo la adversidad, la pandemia ha puesto en evidencia la infinidad de problemas cotidianos a los que ahora se suma todavía más al tiempo que crece la incertidumbre; no se ve por ahora por dónde, porque no hay por ahora por dónde.

El Gobierno tiene muy claro esto y es por ello que ha acelerado los tiempos buscando echar a andar la economía lo más pronto posible. Bajo esta prisa, a la que se suma la que el Presidente trae desde que ganó las elecciones, se han apurado fases lo cual inevitablemente ha provocado nuevos contagios.

El dilema es inevitable. Buena parte de la responsabilidad ha descansado en los ciudadanos, los cuales nos hemos movido entre la urgencia y en muchos casos también en medio de las contradicciones informativas oficiales.

De alguna forma, la sociedad ha venido pagando las contradicciones. Los deseos del Gobierno han sido alcanzados sistemáticamente por la terca realidad. Si bien no tiene sentido manejarse con discursos negativos o sistemáticamente adversos tampoco tiene sentido recurrir a un discurso positivo por principio. Insistir que se está controlando la pandemia, que ya estamos cerca de salir de ella, que se está “achatando” la curva de contagios no va aparejado con lo que se está viviendo.

Por lo pronto, no queda claro qué tanto el discurso del Gobierno ha permeado entre los ciudadanos bajo supuestos de que las cosas se están controlando. No queda claro si esto pudiera motivar a muchos ciudadanos a salir a las calles, tampoco queda claro si el hecho de que el Presidente no use cubrebocas acaba por ser un motivo para que muchos ciudadanos no lo hagan, a lo que hay que sumar los innumerables devaneos del vocero respecto al tema.

Lo que los ciudadanos tenemos que asumir desde donde se vea son nuestras responsabilidades. Habrá quien a estas alturas dude del coronavirus, pero, al final, somos de la idea de que es una minoría y que como suele suceder solamente se terminará creyendo en su existencia cuando se viva en carne propia o que alguien cercano lo padezca, y como están las cosas todos estamos cerca de ser contagiados.

Los ciudadanos debemos cuidarnos y hacer lo que se nos pide. El debate sobre el uso del cubrebocas a estas alturas resulta grosero y no hay que meterlo en la discusión, hay que usarlo y punto. La sana distancia debe permanecer como un acto fundamental en nuestra relación con los otros, hacerlo está plenamente comprobado que es la gran defensa ante el Covid-19.

Independientemente de lo que se vaya informando de manera cotidiana, es claro que los ciudadanos tenemos una enorme responsabilidad y que debemos comportarnos a la altura. Es definitiva la urgencia de salir y si ya estamos en ello debemos cumplir al máximo las medidas que está comprobado nos sirven de manera estratégica, al tiempo que son de enorme utilidad en nuestra relación con los demás, son terrenos de responsabilidad y respeto colectivo.

No podemos salir de nuestras casas hasta con el perico.

RESQUICIOS.

Se echó a andar la videoteca del detenido distinguido con personas identificables quienes están obligadas a informar quién los mandó, qué hicieron con la lana y por qué aceptaron hacerlo; habrá que preguntarse por qué iniciaron con lo que difundieron ayer.