Un debate necesario, pero no por lo pronto

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano ZinserLa Razón de México
Por:

Hay muchas vertientes en el conflicto entre el Presidente y la Alianza Federalista.

López Obrador ha evitado hasta donde le es posible reunirse con los gobernadores en grupo, ha buscado tener todos los encuentros en lo individual para lo cual utiliza sus giras, aunque no invite a los gobernadores como pasó en Chihuahua. Se ha reunido en muy pocas ocasiones con más de un gobernador, la única vez en que estuvo con todos fue en el marco de la Conago en donde pasó poco o nada.

Las reuniones tumultuosas que le gustan al Presidente  son las de los mítines. En ellos se siente a sus anchas, porque además de que es lo suyo, tiene el control y si lo pierde se hace a un lado y los da por terminados.

En tiempos de presidente electo López Obrador le “pidió” a los gobernadores que lo acompañaran en sus giras de agradecimiento. Más de un mandatario estatal entendió que iban directo a las rechiflas y “recuerdos” en sus estados y que al final el tabasqueño atemperaría los ánimos llamando a la mesura como el gran tótem.

Se han ido creando muchos atavismos y diferencias entre el Presidente y los gobernadores. Es probable que López Obrador tome distancia de la mayoría de ellos bajo la presunción de que han llegado al poder a través de procesos que él ha cuestionado y que, a pesar de ello, le sirvieron para alcanzar la Presidencia.

La confrontación ofrece paradójicamente una importante oportunidad para replantear el Pacto Federal y Fiscal. No se aprecia que por el momento exista voluntad para hacerlo, más bien todo indica que vamos a seguir un buen rato en un toma y daca.

No es casual que los gobernadores del sur del país se hayan mantenido ajenos a los conflictos que se están presentando. En estos estados el Presidente ha venido desarrollando una estrategia que le va dando resultado, es la zona del país en donde existen las mayores diferencias económicas y sociales.

Para el Presidente es fundamental establecer una estrategia de largo aliento en estos estados. Quizá a esto se deba que no escuche voces críticas de los gobernadores de la región, a pesar de que es probable que tengan inconformidades, pero como están las cosas no han de querer provocar nada.

Sin embargo, es un hecho que lo que está haciendo diferentes las cosas es que el Presidente le ha venido dando un auténtico apoyo a los estados del sur.

Los gobernadores del sureste tienen una buena relación con el Presidente, porque el tabasqueño reconoce la necesidad imperiosa de transformar esta zona del país. López Obrador conoce como pocos la lacerante realidad que se vive en esta región.

Dos Bocas y el Tren Maya son proyectos estratégicos, pero no son los únicos que se están instrumentando en la zona. No es casual que en lo que va de su administración López Obrador haya visitado en 19 ocasiones Oaxaca. Las giras a Guerrero, Yucatán, Q. Roo, Chiapas y Campeche son también regulares.

El tabasqueño busca, entre otras cosas, en todos los sentidos, colocar al sur en el mapa cotidiano del país; se aplica aquello de que la atención está en donde anda el Presidente.

Lo que es definitivo es que la relación entre la Federación y los estados debe cambiar. Las obsesivas elecciones del año que viene debieran llevar la discusión para el segundo semestre del 2021, hacerlo antes es meternos a querer o no en la “politiquería”.

Un debate sobre un asunto de tanta importancia requiere el menor de los ruidos externos y para esto hoy el país se pinta solo.

A pesar de la gran relevancia que tiene el tema, no queda de otra que darle un poco de tiempo, quizá por ello la Alianza Federalista y el Presidente deberían atemperar sus ánimos más que andar en las peleas de callejón en las que andan.

RESQUICIOS

Quién sabe de dónde se sacaron el luto de tres días por el cual el afamado y cada vez más poderoso vocero decidió suspender sus cada vez más confusas conferencias de prensa de las siete. Por lo menos descansamos un poco el uso del púlpito.