Javier Solórzano Zinser

La peligrosa venganza colectiva

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Nuestros hartazgos tarde que temprano terminan por manifestarse. 

Una de las muchas razones por las cuales los ciudadanos favorecieron a López Obrador con su voto tiene que ver con ello. Fueron muchos años de gobiernos desiguales, en muchos casos corruptos e incompetentes que fueron provocando una distancia que vino a encontrar en el voto su forma de protesta que permitió canalizar el hartazgo y desplazar a lo que conoce como PRIAN.

Lo que pasa en nuestra cotidianidad no necesariamente nos permite manifestarnos, a pesar de las contrariedades que nos provoca. Asumimos, a veces no nos queda de otra, que tenemos que responder a un conjunto de circunstancias para sobrevivir y vivir de la mejor manera posible.

No tenemos manera de poder hacer un alto por esta fuerza de la cotidianidad lo que no significa que no nos rodeen los hartazgos, los cuales a menudo no los vamos tragando en el día con día.

La defensa y ataque de varios pasajeros contra un asaltante en un transporte público tiene mucho que ver con las paradojas que vivimos en la sociedad. La reacción fue brutal, porque en el fondo fue una forma de reaccionar ante la impunidad cotidiana y quizá también pudiera tener que ver con la insatisfacción que tenemos en relación con nuestras propias vidas.

La defensa y el respectivo ataque al asaltante no pudo ser mejor coordinada. Cuando éste se da cuenta de lo que está pasando intenta salir del transporte, pero uno de los pasajeros se lo impide, la decisión y acción fue una especie de voz de ataque para que los otros pasajeros se unieran y golpearan hasta el hartazgo al asaltante.

Es muy probable que nunca en sus vidas los pasajeros se vuelvan a encontrar. Lo que hicieron los unió por una causa común, el hartazgo de saber que lo que les estaba pasando es padecido por miles de ciudadanos en la Ciudad de México.

No estaban ante un hecho inusual, estaban ante una escena que ya habían vivido o que algún cercano la había padecido.

Reaccionaron ante la pesadilla y no tuvieron freno alguno para golpear a mansalva a un asaltante, el cual era la personificación de todos los asaltantes que atacan a quienes utilizan el transporte público.

Fue algo así como una peligrosa venganza colectiva, la cual ha tenido una reacción social inevitablemente positiva, la cual incluye memes, musicalización del hecho y hasta una caricaturización de lo sucedido.

A partir de esto, se han dado a conocer videos en que entre la defensa y el espíritu de venganza hemos visto cómo los asaltantes acaban siendo golpeados; no nos queda claro si son videos recientes o ya tiene tiempo de haberse producido los hechos.

No está fácil hacer a un lado el hartazgo ciudadano. La impunidad es parte de nuestra vida y todos sabemos que denunciar este tipo de actos puede resultar problemático y nos puede llevar a un mayor hartazgo que el hecho mismo.

Es definitivo que no podemos vivir bajo los parámetros de la venganza colectiva, porque entramos en los muy peligrosos terrenos de la ley de la selva, por más que pareciera que se hace justicia y pareciera también que nos quedamos satisfechos colectivamente.

Por más cuestionados y deteriorados que están los aparatos de justicia, son ellos y sólo ellos quienes deben cumplir con esta labor. Las autoridades deben ser claras en que la impunidad provoca este tipo de reacciones a sabiendas de que no es la primera vez que esto sucede y evidentemente no será la última.

Estamos ante un nuevo foco rojo con todo y el regodeo social. La venganza colectiva es irracional y pone en evidencia la incapacidad de la autoridad para impartir justicia y nos cuestiona a todos; todos es todos.

Viene otro capítulo, resulta que el asaltante amenaza con demandar.

RESQUICIOS.

En innumerables ocasiones hemos insistido en la importancia y sensibilidad que tiene recordar diariamente a nuestros muertos por el Covid-19. Ayer por fin se tomó la decisión de hacerlo; es una gran noticia solidaria por más que sea tardía.