Josefina Vázquez Mota

El poder de un libro

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota
Josefina Vázquez Mota
Por:

Para ti que todo me has dado...

Mi papá me enseñó a amar los libros. Visitar con él una librería ha sido hasta ahora una de las mejores y más amorosas aventuras en mi vida.

De niña era un gran regalo esperar la llegada de algún domingo para poder ir a descubrir mundos mágicos, y ese olor único que sólo tienen los libros cuando los tomas entre tus manos.

Décadas después de seguir visitando una librería con él, he entendido que es una de mis grandes bendiciones. Su paso ahora es más lento, pero su capacidad para encontrar libros extraordinarios es siempre única y excepcional.

No hay un solo tema de conversación entre nosotros en donde un libro no acompañe nuestros momentos tan cercanos y únicos. Mi papá ha devorado libros en su vida, y sigue comprando tantos otros como haciendo de cuenta que los años serán eternos.

Confieso que me cuesta aprender a leerlos en los cada vez más revolucionados y accesibles sistemas digitales, pero nada se compara a tener un libro impreso entre las manos, recorrer sus páginas y, en ocasiones, hacer alguna nota o un pequeño doblez en la esquina para identificar esa página que marca un breve espacio antes de continuar con la lectura.

Los libros generan miles de emociones y nos representan aventuras extraordinarias, encuentros dolorosos, realidades o tragedias inimaginables. Hay libros consentidos, y otros que leemos una y otra vez, con la misma emoción que cuando los descubrimos.

Los libros nos remontan a diferentes instantes de nuestras vidas, y difícilmente una película basada en un libro suele igualar o superar esa historia impresa que nos pertenece.

Recientemente, y por una experiencia personal, he atestiguado que un libro en las manos de una niña o un niño enfermo es un alivio a su dolor y angustia, es una pausa en sus largos días y noches que les resultan interminables. Ese libro les arranca sonrisas, y aunque sea por momentos, reemplaza el dolor y el sufrimiento de tratamientos fuertes que marcan sus cuerpos y almas para siempre.

Un libro es un trozo de amor entre las manos y un espacio de encuentro íntimo donde sentimos que un mundo entero nos pertenece.

Un libro es ese compañero que no se queja nunca y que no reclama cuando decidimos dejarlo por días o incluso por años, él siempre nos aguarda.

No puedo ni quiero imaginar mi vida sin los libros, por eso valoro y felicito todas las iniciativas que hoy se promueven para hacer llegar a muchas manos trozos de amor impresos.

Los libros son siempre una gran historia de amor y de encuentros, particularmente, si quien los puso en tus manos por primera vez es justamente un padre ejemplar, cuya propia vida bien podría plasmarse en historias escritas y así quedar para siempre atrapadas en las páginas de un libro.