Josefina Vázquez Mota

La pérdida de las libertades

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Josefina Vázquez Mota
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En gobiernos autoritarios, antidemocráticos y represivos, el riesgo de perder las libertades individuales y colectivas es latente, lo que desencadena la violación a los derechos humanos.

Desde hace días he leído de la persecución que hace el gobierno de Nicaragua a miembros de la Iglesia católica, particularmente al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien se encuentra preso en su propia parroquia al estar custodiado por policías que le impiden salir de ella.

El video que circula en redes y en algunos medios de comunicación, donde el obispo les pide a los policías que le permitan salir a oficiar una misa y éstos se niegan, como si se tratara de un delincuente, me lleva a revivir imágenes de otros lamentables episodios, donde líderes religiosos son perseguidos, uno de ellos fue la Cristiada en México.

“Monseñor Rolando es un incitador de odio que valiéndose de su condición como líder religioso utiliza medios de comunicación y redes sociales para organizar grupos violentos que provoquen zozobra y desorden, que alteren la paz y la armonía para desestabilizar Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”, todo esto dicho por la Policía Nacional de aquel país en un comunicado.

Ante esto monseñor Rolando ha dicho: “Estoy siendo investigado, no sé de qué. Ellos estarán haciendo sus propias conjeturas. Estamos reunidos y retenidos. El miedo paraliza, la desesperanza autosepulta, y el odio es la muerte del corazón. Al odio se responde con amor, a la desesperanza con esperanza viva, y al miedo con la valentía que nos da Cristo”.

La imagen de monseñor Rolando, orando de rodillas, rodeado de policías, me hace pensar en monseñor Romero en El Salvador, quien también fue acosado y asediado por un gobierno autoritario que le arrebató la vida.

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, conocido como monseñor Romero, fue un defensor por excelencia de los derechos humanos y de las libertades. Hoy seguramente, al ver lo que ocurre en tantos países de América Latina, volvería a levantar la voz.

Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, luego de recibir amenazas de muerte. El informe de la Comisión de la Verdad de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con fecha del 13 de abril de 2000, señala que al arzobispo de San Salvador lo asesinaron cuando oficiaba una misa, y que fue el Estado salvadoreño el responsable de diversas violaciones a sus derechos humanos y culpable de ejecución extrajudicial contra él.

No cabe duda que en los gobiernos autoritarios, represivos y antidemócratas, la defensa de los derechos humanos y de las libertades individuales, no sólo te cuesta perder las mismas, sino que además te puede costar la vida, como a monseñor Romero, o como hoy, al obispo nicaragüense Rolando.

“La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida”, asegura monseñor Romero.