Después del 8M: las mujeres siguen en riesgo

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez GonzálezLa Razón de México
Por:

Después de que las buenas conciencias presentaron masivamente sus respetos, preocupación y apoyo a la causa de las mujeres durante la semana pasada y los eventos del 8M alrededor del mundo, la atención mayoritaria saltó al siguiente ciclo noticioso habiendo cumplido con la obligación de prestar un momento de atención a la violencia de género. Sin embargo, al concluir la semana, la terrible situación que viven la mayoría de las mujeres en cualquier latitud del globo seguía inalterada.

Las cifras de la Organización de las Naciones Unidas son de terror: el 35% de las mujeres ha experimentado violencia física o sexual alguna vez en su vida; hasta 70% ha sufrido acoso sexual; cada día son asesinadas intencionalmente alrededor de 240 mujeres, en donde más de la mitad de los crímenes son cometidos por miembros de la propia familia de la víctima; menos del 40% de las mujeres que sufre algún tipo de violencia busca algún tipo de ayuda; casi 15 millones de niñas adolescentes han tenido relaciones sexuales forzadas; durante la pandemia, las llamadas de emergencia por violencia en los hogares de las mujeres se han quintuplicado y sigue un largo etcétera. Todo retrata una situación imposible de dimensionar para los hombres que, desde nuestra posición relativa de seguridad, sólo podemos hacernos una idea muy vaga de lo que significa vivir con esa terrible violencia sistémica que sucede sin importar en qué parte del globo se esté.

La noche del 3 de marzo, Sarah Everard, una ejecutiva británica de 33 años, iba caminando de noche hacia su casa después de haber visitado a un amigo cercano, en el sur de Londres. Durante su recorrido, habló por teléfono con su novio y diversas cámaras registraron su paso, en las que serían las últimas imágenes de ella con vida. Sus restos aparecieron una semana después en un bosque. Para hacerlo aún peor, el principal sospechoso fue un agente de la policía metropolitana.

La tragedia se convirtió en un motivo de indignación nacional y rápidamente la discusión pública se convirtió en manifestaciones físicas de solidaridad y de rabia ante una sociedad que permite este tipo de atrocidades. Pero todavía faltaba una ola adicional de ignominia, pues los elementos policiales se terminaron enfrentando con varias de las manifestantes, agrediéndolas y deteniendo a varias de ellas. La explicación policial ha sido que reaccionaron ante una concentración ilegal para proteger a las personas del coronavirus. Hoy el gobierno de Reino Unido enfrenta una serie de reclamos que vienen de todas las orientaciones políticas, pues la situación de las mujeres no distingue entre preferencias electorales. Y tendrán que hacerse cambios, pues las demandas de las mujeres no son ninguna extravagancia, sólo la idea radical de querer ser respetadas.

Después del 8M, el mundo machista seguía ahí, agrediendo sistemáticamente a las mujeres, ignorando sus reclamos, elevando a figuras que se regodean en la impunidad de su pacto patriarcal y preservando el statu quo. Pasa aquí y pasa en el mundo. La lucha de las mujeres no se reduce a un solo día y ellas lo saben; nosotros a veces lo olvidamos. No puede ser así.