Las demandas de Putin

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Uno de los elementos fundamentales para comprender las tensiones en la frontera entre Rusia y Ucrania son las demandas específicas que Putin ha puesto sobre la mesa y que los países de la OTAN han rechazado. Esto debido a una sencilla razón: las demandas que Putin pidió que se cumplieran “de inmediato, en ese mismo momento” son simplemente inverosímiles.

La guerra entre Ucrania y Rusia no se ha detenido desde que Putin capturó ilegalmente la península de Crimea en 2014. A lo largo de la frontera, el gobierno ruso ha mantenido su apoyo a las fuerzas prorrusas que buscan separar de Ucrania las regiones del este, en donde los conflictos alrededor de las regiones de Donbass, Lugansk y Donetsk se han cobrado la vida de más de 14 mil personas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas. Ese campo de batalla abierto es la principal preocupación por la movilización de más de 100 mil tropas a diferentes puntos alrededor de Ucrania, pues no se trata de si el conflicto va a estallar, ya lleva casi 8 años activo, sino de cuándo aumentará de intensidad.

Putin había venido endureciendo sus críticas a la creciente influencia de la OTAN en los países que antiguamente estaban bajo la órbita soviética, pero el 17 de diciembre del año pasado sorprendió que plasmó de manera breve y precisa sus demandas en un proyecto de tratado con Estados Unidos que en 8 artículos exigía garantías de seguridad para Rusia. Algunas de las demandas eran que la OTAN debía detener de inmediato su expansión hacia el este y que debería negar el acceso a cualquier república que hubiese pertenecido a la URSS. Igualmente, exigía que los movimientos de tropas de la OTAN deberían de quedar prohibidos en cualquier país que se haya agregado a la alianza después de 1997, por lo que Rusia demanda, entonces, que todas las armas, equipamientos y militares de la OTAN en países como Estonia, Lituania, Letonia, entre otros, deberían ser retirados para neutralizar las preocupaciones rusas.

Estas demandas naturalmente están fuera de cualquier proporción de lo que realmente podría negociar Putin, pues implicarían que, en presencia de un conflicto armado cerca de las fronteras de la alianza, como está sucediendo en Ucrania, la respuesta de la OTAN fuera no sólo dejar a Rusia hacer su voluntad, sino retirarse de una región donde viven más de 60 millones de personas. Por ello es obvio que, como sucedió hace unos días, desde el gobierno de Biden se rechazaran estas demandas con una única alternativa: negociar para disminuir las tensiones en la región o enfrentar las consecuencias.

Sin embargo, para Putin éste se ofrece como un pretexto de que intentó presentar sus demandas, por lo que ofreció una alternativa pacífica al conflicto, mientras que sus adversarios simplemente decidieron ignorarlas y agitar los tambores de guerra. A partir de esta respuesta, la maquinaria de propaganda oficial de Putin ha comenzado a difundir la idea de que la OTAN no sólo rechazó las sensatas propuestas rusas, sino que prepara una invasión inminente. Las demandas imposibles de Putin evidencian cómo él ha manufacturado este conflicto.