Leonardo Núñez González

Incertidumbre electoral: clave de la democracia

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez González
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Uno de los elementos fundamentales de la democracia es la incertidumbre de los resultados. Si se sabe que sistemáticamente un mismo político o un partido va a ganar, sin importar lo que suceda, los ciudadanos son expulsados de lo público y la democracia se queda sin otro de sus componentes básicos: la posibilidad de echar a la calle a un mal político.

El corolario de esta afirmación es paradójico, pero igual de necesario en una democracia: un buen político puede ser premiado por sus electores y, donde se le permite legalmente, puede mantenerse en el puesto gracias a la reelección. Que Angela Merkel sea la canciller de Alemania desde 2005, por ejemplo, es una muestra clara de cómo una buena política puede permanecer en el poder por un largo periodo de tiempo mientras dé resultados y mantenga el apoyo de la mayoría de ciudadanos.

Este equilibrio entre estabilidad e incertidumbre es fundamental para que un sistema político pueda generar políticas de largo plazo, pero también adaptabilidad ante la caótica realidad. Pero para que el sistema pueda seguirse considerando democrático, la puerta de salida siempre debe estar abierta. No son iguales los más de 15 años de Merkel en el poder que los 22 años que Vladimir Putin se ha mantenido al frente de Rusia. Ahí en donde las elecciones sólo son una fachada, no existe la democracia.

Cuando Nicolás Maduro descubrió que su dictadura podía ponerse en riesgo porque su partido podía ser derrotado en las urnas, como sucedió en las elecciones legislativas de 2015 cuando la Mesa de Unidad Democrática obtuvo 56% de los votos, la pequeña rendija democrática que quedaba en Venezuela fue abruptamente cerrada. Todo el esfuerzo de Maduro se orientó a clausurar de manera definitiva la posibilidad de que la oposición ganara una vez más en las elecciones. Y lo logró. Hoy todas las instituciones oficiales de Venezuela están controladas por el régimen y la vía de las urnas, al menos por el momento, ha quedado clausurada como una posibilidad para escapar de la dictadura, pues el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar será el ganador siempre, incluso antes de que se simulen las votaciones. La incertidumbre ha salido por la ventana.

Que en las elecciones mexicanas de este 6 de junio pueda escribirse este texto sin que sea claro cuál será la distribución de poderes, sin duda, un triunfo democrático. Sin embargo, es necesario recordar que, así como las democracias se construyen a través de un esfuerzo continuo e incesante de la sociedad, también pueden dar pasos hacia atrás e incluso destruirse en un abrir y cerrar de ojos. Si volteamos a ver fuera de nuestras fronteras, podremos encontrar múltiples naciones y sistemas en los que la democracia, que incluso pudo haberse creído que ya estaba ahí para quedarse, está siendo amenazada y en muchas ocasiones, destruida. La amenaza de que la democracia se debilite no es particular de México, sino que es un signo de nuestros tiempos y, precisamente, por ello debemos mantenernos más alertas y listos que nunca.